La oración en sí misma, es su propia recompensa; y la recompensa la obtienes al instante, al inhalarla, respirarla, al ser evocada con el corazón. Orar en si es un fenómeno tan hermoso que no tiene pasado, mucho menos futuro tan solo se ancla en el presente. Y el presente es el instante mismo en que te entregas a tu oración. La oración en sí es una celebración tal, que trae alegría y éxtasis cuando uno reza por el amor a la oración, mas no por superar un miedo, o una angustia, mucho menos por querer cambiar al mundo. Uno no reza por codicia… uno reza porque lo disfruta, porque ama la vida. Si te gusta bailar, no preguntas para quien bailaras. Si disfrutas el baile, simplemente bailas: no te interesa si alguien está o no viendo el baile desde el cielo. O si las estrellas, el sol o la luna van a premiarte por el baile, a ti no te importa. El baile, en sí mismo, es un premio suficiente. Si te gusta cantar, cantas; si alguien escucha o no, eso no es lo importante. Lo m...