Consuelo Barragán Flores

A qué viene aquí … expresión que escuche en un sistema hospitalario. Bendito destino que siempre me coloca en la rueda de la vida. “A qué viene aquí” expresión que dio la pauta para estilizar las líneas que compartiré esta noche.  Cuando escribí mi primer libro hable de la rueda de la vida y en ese entonces pensé que estaba loquita pero no, es real, la rueda de la vida me vuelve a colocar frente a un pendiente de vida dejándome un bellísimo crecimiento interior. Si un crecimiento espiritual del que solo yo doy fe. Ahí...esperando en un edificio hospitalario, donde la enfermedad se respira por doquier, donde los rostros denotan ansiedad, dolor, crisis ahí me encontraba por la mañana.  Los que ahí esperábamos deducíamos  que la consulta estaba por iniciar pues las puertas de los consultorios se iban abriendo uno a uno. Daba inicio un ciclo de actividad un enorme sistema organizacional. Un sistema donde los procesos, subprocesos, actividades y toda la gama de interferencias labora

Cuando la tierra tiembla, tiemblan mis sentidos. Y hoy temblé al unísono con ella, sumergida entre su maravillosa efervescencia celestial, balanceándome gloriosamente con ella, con la madre tierra. Al sentirla me siento tan minúscula, tan devotamente agradecida por permitirme vibrar al compás de sus movimientos justo en el instante que palpita. Justo en el momento que me mantiene imantada a ella. Divino despertar para esta mujer. Recibo sus mensajes al balancear mi cuerpo como recordándome que ella y yo somos una. Como diciéndome que estamos unidas por hilos aperlados de energía y divinidad. Me  envolvió  tan celestial instante, y aun ahora, que intento definirlo las emociones solo dejan entrever lo trivial. El corazón sabe que lo divino se haya en las profundidades, más allá de lo terrenal. El corazón confabulo con la madre tierra para acunarme con su grandiosa pureza. Así  fue mi sentir al temblar, abrazada a la madre  tierra. Y cuando un suceso divino se atraviesa por mi camin

Crezco con mi religión. La religiosidad para mi es un gran desafió, un desafió para purificar la semilla, hasta lograr su máximo esplendor. Hasta que estalle en miles de flores y libere su fragancia. A esa fragancia la llamo religiosidad

La reverencia por la vida es el único respeto por lo divino, pues no hay nada mas divino que la vida misma.

Delicioso el poder de la mente. Hoy ha sido capaz de brillar por ella. Hablo de lo que es capaz de hacer mi mente cuando se deja regir por el corazón. El corazón que tintinea de alegría al sentir y dar la bienvenida al don que llamo  "serenidad" . Serenidad, paz o tranquilidad como desees llamarle. Estado anímico aludido en mas de una ocasión en este blog y que no se encontraba sólidamente cimentado en esta mujer. Finalmente ella, la serenidad, se cristaliza en esta alma al cerrar un logro cotidiano.  Uno puede emplear todo tipo de argumentaciones para declarar que el alma esta en paz, esta serena pero no es real, solo habla la periferia. Hoy descubrí que es la conciencia quien dicta la verdad. Y a mi conciencia le place decir que un tesoro mas  brilla en este hogar. Un hogar sin nombre, sin afiliación, sin huella alguna del pasado. Brilla desde el alma y destella bajo la mirada y la fe de creer en lo que me habita. Fe que magistralmente me va mostrando como vivir s

"ahora voy a dormir....regocijada por tan divino día que viví"

Quien nunca ha tenido compasión, no conoce el secreto de dar, no conoce el secreto de compartir.

La meditación es la flor y la compasión es su fragancia.

Inteligencia, emoción y alma…dones que la vida me otorgo para moldear lo que nace del instante. Para dibujar paciente e inteligentemente mi destino. El destino dibujándose con las fibras más recónditas del alma. Una triada celestial que me pertenece. Magníficamente voy saboreando el despertar, el transcurrir del día o la noche al caer. No planeo mis actos, mucho menos los analizo o sintetizo, simplemente brotan de la nada y cuando volteo a mirar sus divinos efectos, me maravilla tanta gratitud de la vida. Me maravilla cuan poderosa puede resultar una triada, una triada confiada a hombres o mujeres de esta tierra; inteligencia, emociones, alma… y yo también la poseo. No requiero moverme del espacio donde me encuentro para saborearlas, aquí fui depositada y  aquí  brotan refrescantemente. Tanta gratitud hacia esta mujer me vuelve  minúscula .

"Al sentirlo, me quede radiante de dicha"

Divina inocencia que no hace distinciones entre esto o aquello.  Divina inocencia, que solo es inocencia.

Cundo la música que se toca, se toca desde las profundidades, todo se vuelve magia a tu alrededor.

Como una flor, una flor del campo, radiante de belleza y colorido, desprendiendo un profundo aroma celestial, así me siento. Descubro pacientemente cuan divina y simple es la vida. Cuan  afortunada me siento al desplegar en un simple lienzo lo que emana este corazón, sin tapujo alguno.  Invisibles halos de energía casi mágicos van tiñendo los instantes que me llevan a describir las sensaciones que me embargan, y por alguna razón siempre termino plasmado lo cambios que me van transformando. Como el rio que nace y cambia segundo a segundo en tanto sigue su cauce, así vivo y renazco cruzando laderas y montañas. Como una flor que se descubre  llena de colorido y fragancia.  Y el secreto de tan divina transformación  lo halle cuando tome las riendas de mi mente, si de mi mente. La mente que ahora guio sabiamente, mágicamente por el camino de la divinidad. Cuando digo que es magia lo que sucede conmigo, asevero que es magia, el instante lo dice todo. Y si intentara describirla, todo

Crees que tienes un alma, por tu temor a la muerte piensas que tienes un alma. Pero no lo sabrás hasta que hayas amado. Solo cuando amas puedes llegar a saber que eres algo más que el cuerpo, algo más que la mente.

Las heridas internas pueden salir a la superficie de muchas maneras. Pueden convertirse en enfermedades físicas o en enfer­medades mentales, pero en el fondo, el hombre sufre por falta de amor. Del mismo modo que el alimento es necesario para el cuer­po, el amor es necesario para el alma. El cuerpo no puede sobre­vivir sin alimento y el alma no puede sobrevivir sin amor. En rea­lidad si no hay amor, el alma no puede llegar a nacer, no se trata de una cuestión de supervivencia.

Todo aquello que está enfermo en el ser humano se debe a la ausencia de amor. Todo lo que va mal en el ser humano está aso­ciado al amor. Porque no ha sido capaz de amar, no ha sido ca­paz de recibir amor o no ha sido capaz de compartir su ser. Esa es la desdicha. Esto es lo que crea en su interior todo tipo de complejos.

Hoy...si, hoy descubrí que solo soy una minúscula partícula. Tan minúscula que destella de alegria. Después de tantos ires y venires en esta vida, por fin me pierdo entre la esencia del vivir. Glorioso...si, glorioso y a todo pulmón lo manifiesto. Cuanta delicia entra y sale por este cuerpo, gracias al simple efecto de la felicidad. Escucho a hombres o mujeres expresar tan divina palabra, pero la realidad me dice otra cosa, al mirar sus rostros lo veo todo y solo oro porque toquen la esencia de ella, de la felicidad. Mi rostro, en este instante se tomo una instantánea para mirar las partículas de la dicha, la dicha que emana por si sola en este cuerpo. No importa en que situación me encuentre, sea buena o sea mala, no importa, importa profundamente la valía que emana por si sola de esta alma. Llegar a tocarla, a la valía, requirió no solo de esta vida, quizá millones de vidas. Segura estoy que he venido a este planeta una y mil veces para ajustar mis cuentas pendientes y por fin

Cuando un individuo esta lleno de alegría, lleno de luz y lleno de silencio, lo comparte sin que nadie se lo diga, porque compartir es su felicidad. Dárselo a alguien produce más alegría que obtenerlo.

Cada despertar la amabilidad inunda mis sentidos, permito que mi corazón respire profundamente. Amablemente cuido que mi cerebro no me contamine de tragedias, falsas expectativas o tristezas. Levanto mi templo para llevarlo a aspirar la frescura del amanecer, el roció de los arboles e impregnarse del maravilloso cielo  desplegando  sus bastos coloridos. Abro mi cofre de dones para crear o dibujar los escenarios de la vida diaria. Amablemente inicio el  día, amablemente cuido cada  partícula de este cuerpo. Cada amanecer soy mas amable conmigo misma.

Todos los actos que se hacen con totalidad rejuvenecen; y los actos que se hacen con totalidad no esclavizan. Ama con totali­dad y no surgirá ningún apego; ama parcialmente, y entonces surgirá el apego. Vive con totalidad y no tendrás miedo a la muer­te; vive parcialmente y tendrás miedo a la muerte.

Sucesos que transcurren en el día a día, sucesos que aclaran  la realidad  de esta mujer. Sucesos divinos, terrenales que me llevan a evolucionar. Odiaría sentirme poética, amaría tejer las líneas que van germinando en un nuevo ser gracias a los sucesos diarios que se cruzan por mi camino. Prodigioso es el cerebro cuando se ha descontaminado, cuando solo se rige por los designios del corazón. Eso me sucede y abro el corazón para recibirlos. Aprendo de cada suceso que vivo, veo o siento. Voy tras la tras la totalidad, persigo la integración de la energía desperdigada por muchas vidas. Ahora mismo sé que mi meta será la evolución, la evolución hacia la totalidad y cada suceso que viva me llevara directamente al objetivo. En otros tiempos millones de sucesos cruzaron por mi camino y jamás me detenía a analizarlos. Ha sido 2014 quien me puso en el despegue de lo que será un rejuvenecer el alma, un vibrar de vida. 

Todo el mundo ha sido educado para convertirse en un idealis­ta. No hay nadie que sea realista. El idealismo es la enferme­dad común a toda la humanidad. La educación es tal, que todo el mundo piensa que tiene que hacer algo, ser alguien, en algún momento del futuro. Te dan una imagen y tienes que ser como ella. Eso te produce tensión, por­que no eres esa imagen sino otra cosa; sin embargo, tienes que ser eso. El ideal se convierte en una permanente pesadilla porque te sigue castigando. Como tienes un ideal de perfección, todo lo que haces es imperfecto. Nada de lo que haces te satisface porque tie­nes unas expectativas que no se pueden satisfacer. Eres humano, tienes un tiempo, un espacio y ciertas limita­ciones. Acepta esas limitaciones. Los perfeccionistas están siem­pre a un paso de la locura. Son obsesivos; hagan lo que hagan no es lo suficientemente bueno. Y no existe la manera de hacer algo perfecto, la perfección no es humanamente posible. De hecho, la imperfección es

El frió de la noche, el silencio de casa y allá en  sillón apaciblemente recostado el hombre que amo. Es el escenario que me acompaña al dibujar mis letras. Hace unos instantes le hablaba de lo afortunada  que soy porque me permite contribuir con él.  Y no es una situación de trivialidades, no. Es una situación del verdadero amor. De comulgar con la verdadera esencia del amor. Veo que el amor ha germinando  en el alma  de esta mujer, y no hablo del amor telenovelesco pasional, teológico o mundano, no. De ese amor no hablo. Hablo del amor que purifica al corazón.  Así cierro un día mas, Un día que en breve sera pasado,  el pasado que va soldando  los ingredientes  de la gloria  en esta mujer. Hoy iré a dormir apaciblemente, sabiendo que estoy erigiendo mi imperio, el imperio de la salud emocional.

Cuando la energía no sigue  su cauce  natural , se fracciona, se mutila o desvía en  múltiples  direc­ciones. En poco tiempo el ser humano está confundido. No sabe qué es qué. Ya no sabe qué está haciendo, ni por qué hace lo que está haciendo. Los motivos originales se han quedado muy atrás, ha dado tantas vueltas que ahora parece un rompecabezas.

Hay mucha gente a la que llamamos loca, pero no están locos. Simplemente no están de acuerdo con tu locura; tienen su propia locura colectiva. Tú tienes una locura privada.

Rompecabezas... si, soy como un rompecabezas que va encajando las piezas que me llevaran al origen. Y hoy encaje en esta alma una divina pieza más: la serenidad, la serenidad que ya era parte de mi repertorio, mas no, una garantía en una compleja  situación . Cuan afortunada me siento al saber que soy capaz de mantenerme serena, apacible sentada hombro con hombro entre el bullicio, la ansiedad, la enfermedad, los rostros dolidos o la inocencia corriendo entre el dolor ambulatorio. Allá, frente a mi, dos almas teclean en el computador, reciben al paciente o le dan orientación a todo aquel que se les acerca. A lo lejos miro una silla vacía. Una silla que se va ocupando tras breves intervalos. Debieron pasar cerca de dos horas para percatarme que en aquella silla se sentaba la enfermedad para ser consultada.  Era la serenidad absorbiendo todo un espectro, un espectro desplegando una paleta de emociones. Pasadas cuatro horas sentada, empapándome de todo un escenario humano llegab