Consuelo Barragán Flores

  La vida es mi maestro. La vida es mi gurú. La vida es mi Dios. Hace ocho días llego a mi cabeza el titulo de este trozo de letras que pretendo desarrollar. Hace ocho días me emocioné con tal título que me propuse vivirlo a fondo antes de escribirlo. Cuando solté en palabras tal cometido, en un canal ,  capte al instante que había encontrado el significado de la vida, fue tal la emoción que a partir de entonces me dispuse experimentar la vida a profundidad, a sentirla tal como se me presente. La vida es mi maestro porque me muestra, me enseña a través de los detalles lo que hay por aprender, ver, sentir y recibir. Mirarme ¿Cómo soy? ¿ Como me muevo? hablo, trato a otros o encubro mis falsedades es como si la vida me sentara en el banquillo de la realidad para mostrarme cantidad de oportunidades para mírame tal cual soy, sin tapujo alguno, es como si la vida fungiera como mi maestro, es como si me diera cantidad de oportunidades para verme, sentirme y valorarme tal cual soy. De mi dep

Mi entrega a la vida es de tal naturaleza que solo mi conciencia tiene el valor para describir cómo es en realidad pisar tierra, sumergirse entre vastos océanos de vida, sentir la divinidad llegando desde distintos planos, abrazar la respiración unificada entre humanos; efecto de una entrega divina .

Cuando me encuentro en situaciones intolerables o insatisfactorias, solo entregándome espiritualmente  rompo con patrones de resistencia para conectarme con mi fuente de vida. Solo entregándome a mis profundidades brota una energía diferente, una cualidad distinta nace de mis entrañas, una celebración gozosa de energía vital sucede, efecto de una " acción entregada" .

Sinceridad es manifestarme tal cual SOY. Sinceridad es reconocer el fuego ardiente que de pronto sale de mi boca cual real violencia. Sinceridad es reparar el daño que provoca mi lengua. Sinceridad es ser capaz de purificar mis entrañas. Sincerarme es soltar a los cuatro vientos lo bien que le hace a uno hablar con la verdad. La verdad tiene costos, altos costos que solo los valientes saben intuir. Cuando uno habla con la verdad el cambio realmente sucede. Me sincero conmigo porque es más fuerte el poder de mi naturaleza, que engañar a mi corazón con miedos o banalidades. No necesito morir para reconocer mis errores, necesito vivir para reparar mis inconsciencias. Tengo la firme convicción de trascender la mortalidad, para tocar la inmortalidad.

Voy camino a vivenciar la paz de Dios. Voy camino a reencontrarme con mi real naturaleza, lo dice la simpleza de mis actos, lo atestigua la comunión conmigo. Al permitirme ser, me permito vivir sin rezago, dolencia, trauma o impotencia. Se precisa de valor y entrega para experimentar los ciclos de vida que me tocan vivir. Es requisito estar en perfecto equilibrio para dar cauce a la energía que lo irriga a uno de una profunda paz y serenidad. Cuando uno rompe con esquemas antiguos, uno logra una conexión divina, uno comprende la verdadera naturaleza que lo habita. El caudal de mi fuente de vida empezó a fluir cuando me vi invadida de claridad. Vi diferente cuando presencia , profundidad y l a paz de Dios se tornaron una realidad. Cuando hablo de “presencia” no aludo a una presencia física, externa o corporal apunto a una presencia conciente, lucida, hablo de la sincronía que logro entre mi fuente de vida y el mundo exterior. Hablo de mantener la mente en perfecto silencio, sin pensa

Mis conexiones con él son tan inmediatas, que automáticamente me conecto con su presencia y para cuando desaparece una grata sensación de alegría y serenidad me dejan tintineando. 

Por cada día del calendario nuevos obsequios me envía la vida. Por cada día de ver mis acciones nuevas adquisiciones voy logrando. Atesoro lo que me hace sentir bien, en paz conmigo y con el mundo que me rodea.