Consuelo Barragán Flores

Pasitos, pasitos diminutos hacia la espiritualidad es mi cometido instante a instante. Y digo instante a instante porque cada respiro es un logro, una oportunidad para dar un paso más hacia la espiritualidad. Cuando tiendo a extraviarme, la pesadez me atrapa o vagos pensamientos me debilitan aprovecho al máximo tales sensaciones para impregnarme de energía y entereza, despabilar este cuerpo e iniciar el día a día. Cuando la mente se aloca por tonterías, me descubro piense que piense o la pesadumbre me invade aprovecho tan bajas densidades para estabilizarme así; me instalo en el instante, aromatizo esta cabeza de silencio y el resto sucede. Pasos que voy perfeccionando, pasos que me impregnan de espiritualidad. Ante cada extraña situación que irrumpe mi serenidad replico actos de esta naturaleza, es como dar luz a mi esencia, como dar luz a mi conciencia. Hechos que me mantiene emocionada, encantada y asombrada. Y no es una práctica cualquiera se trata de una real entrega, sin condició

Devotamente voy haciendo realidad todo cometido que el corazón va colocado en la carpeta de los pendientes. Pendientes que apuntan a un abanico de objetivos; fortalecer este cerebro, purificar el alma, santiguar la lengua y resguardar el cuerpo.

Ayer fui a la central de abastos a comprar mis hierbas y especias. Ayer goce caminar con brío, entereza y apacibilidad. Brío porque me imbuí deliciosamente entre almas y almas sin extraviar esta mente ni por un microsegundo. Entereza porque fui capaz de seguir la línea terrenal de la vendimia origen de mi origen. Apacibilidad porque aquilate lo bien que se siente estar dentro y fuera de una realidad espectral .

Amo recordar mi origen porque gracias a el uno se coloca en la realidad. Uno se eleva desde el plano espiritual. Nacer, crecer y vivir no es una cuestión de vivir por vivir, es una tremenda hazaña que demanda convicción, aclama una real entrega y un profundo respeto a la integridad. Soy testigo de concluir una educación primaria por gracia divina. Porque cuando era niña  mi cabeza solo se recuerda inundada de números reprobatorios. Fue el destino quien ya me tenia preparado un proyecto de vida: " estudiar" Cuando uno posee el conocimiento, uno rompe con paradigmas ancestrales y hasta se es capaz de traspasar fronteras mentales. Fronteras que nada tienen que ver con lo terrenal, tienen que ver con lo inimaginable. Fincar una familia, para mi no es un proyecto de vida, es una sagrada oportunidad para nutrirse de inteligencia, espiritualidad y unidad. Tampoco es motivo para decir que tengo una familia excepcional, la falsedad arruinaría lo sagrado. Uno no tiene a nadie, uno sol

Si, me declaro absolutamente terrenal, tan terrenal que peco de ordinariedad. Soy tan ordinaria que la simpleza de exponerme como tal me resulta increíble, maravillosa y alucinante. Lo constata un día de vida x . Un día avasallante, implacable e inusitado. Me levante temprano, como acostumbro. Me despabile para realizar mi rutina cotidiana, como acostumbro. Bajé al estudio para realizar mi ritual espiritual, como acostumbro. El cual consiste en leer un trozo de letras, escribir o dibujar según lo que apetezca este corazón. Elegí leer un trozo de letras, letras que sanan el alma y empoderan el espíritu. Cuando leo algo valioso me entrego en cuerpo y alma a cada letra del autor. Me puse a planchar la ropa de la familia, sabía que de no hacerlo después de mi ritual de lectura al transcurrir el día sería imposible cubrir un pendiente doméstico, labor que ha domesticado a esta mente. La ejecución de una ordinariedad abrió paso al silencio absoluto aquí arriba, en esta cabeza. Una de tantas

Muy sencilla, muy real. Palabras que me invitan a ser activadas por esta mujer. Palabras que me retornaran a mi verdadera naturaleza. Muy sencilla, muy real. Contextos merecedores de ser emprendidos cual religión que no se quebranta.

Presencia conciente es el secreto que cristaliza mis resultados. Presencia conciente es una etérea ecuación proveniente de alma y corazón. Es la magia que uno es capaz de provocar. Es la vida empoderándose dentro de uno.