Rompecabezas
Rompecabezas... si, soy como un rompecabezas que va encajando las piezas
que me llevaran al origen. Y hoy encaje en esta alma una divina pieza más: la serenidad,
la serenidad que ya era parte de mi repertorio, mas no, una garantía en
una compleja situación. Cuan afortunada me siento al saber que soy capaz de
mantenerme serena, apacible sentada hombro con hombro entre el bullicio, la
ansiedad, la enfermedad, los rostros dolidos o la inocencia corriendo entre el dolor ambulatorio. Allá, frente a mi, dos almas teclean en el computador, reciben al paciente o le dan orientación a todo aquel que se les acerca. A lo lejos miro una silla vacía. Una silla que se va
ocupando tras breves intervalos. Debieron pasar cerca de dos horas para
percatarme que en aquella silla se sentaba la enfermedad para ser consultada.
Era la serenidad absorbiendo todo un espectro, un espectro desplegando una
paleta de emociones. Pasadas cuatro horas sentada, empapándome de todo un escenario
humano llegaba mi turno para solicitar una ficha, pero en el instante de entregar mi carnet
de consultas, amablemente una mujer me expreso: “ya no tengo lugar madrecita,
solo damos seis fichas”. Guauuu….salí de ahí, serena, apacible, percatándome de tan hermosa
pieza que encajaba total y absolutamente en mi rompecabezas; la serenidad. Pieza que ahora forma parte de mi
repertorio emocional. Ahora descubro que la serenidad es el divino elixir que me
permite mirar diferente, ser diferente, actuar diferente y alabo tan divina evidencia para ser grabada en los peldaños que voy escalando. No es un lucimiento
exterior, es una divinidad interior. Gracias al espectro vivido, contrario a irritarme alcance a mirar
lo afortunada que soy. Soy de las masas y retornare al mismo lugar para conseguir una
ficha, una ficha que afianzara la serenidad y será un excelente motivo para nutrirme de cualquier otro aprendizaje que se cruce en tan valiosa oportunidad que ya espero.
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