En la tela de la vida
Tienes que estar
sumergido en ella de forma loca, insensata, ¡completamente absorto!, sin saber
dónde vas, sin saber qué estás haciendo, sin saber quién eres… en un estado de
no saber, en un estado de dejar salir; dejar que suceda.
La pintura no debe
ser pintada, la pintura solo debe permitir que ocurra la vida. Y no quiero decir que tú permanezcas
inactivo, no: entonces nunca sucederá.
Quiero decir que te
conviertas en un canal para ella, en ser muy, muy activo y solo dejar que
ocurra la creación. Esa es la treta, eso es lo esencial de la vida: tienes que
ser activo y, aún así, no ser un hacedor.
Acércate a la tela de
la vida y solo sigue las pinceladas que tu corazón va vertiendo por doquier,
cual escritura automática.
Es la forma de
iniciar a pintar en la tela de la vida. Estar abierto a cualquier cosa que vaya
a suceder, solo permite que suceda. El reto será aportar toda tu pericia a favor
de permitir que suceda la vida.
Una vida llena de
colorido cual sinfonía primaveral que enciende tus sentidos llevándote a volar
por los ríos de la imaginación y la creatividad.
Toma el pincel y comienza…ve
despacio, de manera que “tú” no te inmiscuyas…sólo ve despacio. Despacio por la
vida, no te la quieras acabar en un bocado.
Deja que el tema
comience a fluir por sí solo a través de ti; y entonces, piérdete en él. Y no pienses en nada más.
El arte de la vida sólo
debe tener un propósito: el arte mismo, eso es vivir, entonces ningún otro
motivo influirá en tu vida.
Deberás desvanecerte,
No necesitas empujar a la vida, obligarla a cumplir deseos o caprichos. Se
trata de desaparecer completamente en la tela de tu vida, en tu baile, en tu
respiración, en tu canto.
En cualquier cosa que
estés haciendo, deberás perderte completamente, perder totalmente el control
para dejar salir la creación. Entonces estarás mirando la creación de la vida,
cual lienzo que sublimemente va pintando tu creación, tu esencia.
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