Experiencias Académicas
Difícilmente sueño… lo sé porque es
más común que caiga en un sueño profundo y sereno perdiéndome entre la NADA que
rememorar vivencias del día y lo declare en mi iglesia, titulo de las letras que
escribí en este blog sin embargo hoy he soñado. Fue un sueño que me despertó urgiendo
a mi cerebro ser escrito, situación que atiendo en este instante, sé que los
mensajes llegan por distintos canales perceptuales y amo atenderlos, darles
cauce, externarlos de alguna manera por ello me encuentro ordenando mis
pensamientos en este momento para narrar lo que soñé. Soñé que asistía a una
graduación, antes requiero hacer un preámbulo; todo sueño plasma deseos,
proyecciones, miedos e incluso pendientes por resolver por lo que deduzco que en
ese sueño yo era la protagonista, continuare con el relato; la graduación era acerca de la vida, mi vida, lo deduzco porque estoy deseosa por vivir
humanamente y el sueño me estaba graduando en materia de vivir. Durante el
sueño me encontraba saboreando lo divino de sentir la conciencia, unirme a la NADA,
perderme entre el TODO, palpar mi esencia una graduación donde yo era la aspirante, alumna y maestra que bien
se siente decirlo con plena lucidez ahora que estoy despierta y no importa si
duermo o estoy en vigilia la realidad es que al parecer estoy por graduarme en
materia de vivir y no es ego es conciencia hablando. Soy la aspirante más aguerrida cuando de
experimentar y vivir la vida en tiempo y forma se trata. Tiempo porque aprovecho
cada respiro para aprender de ella, forma porque poseo voluntad y brío
energético para derrumbar montañas y erigir nuevos pilares espirituales. Alumna porque aprendo de otros, abro
oídos a lo que el destino tiene que decirme a través de otras almas, tomo
conciencia de lo que recibo y me entrego en cuerpo y alma a las enseñanzas que
la vida me envía. Maestra porque pongo
en acción el arte de vivir plasmando en grandes lienzos mis ascensos
espirituales. Si poseo experiencia en materia de graduarme académicamente porque
no graduarme espiritualmente. Y aunque turbe el relato de tan divino sueño me
surge la necesidad de plasmar mis experiencias en materia de graduaciones académicas
las cuales distan abismalmente de mi deseo por graduarme espiritualmente. Recuerdo
que mi primera graduación académica resulto ser una hazaña y no por la
conclusión de estudios o por el recorrido de cuatro años de aprendizajes,
resultó ser una hazaña por la cantidad de obstáculos que hube de atravesar para
lograr graduarme como Educadora. Graduarme fue tan satisfactorio que aun ahora
rememoro la cantidad de almas ayudándome, colaborando conmigo para que ese
título llegará a mis manos y no fue cuestión de un día, fue el efecto de cuatro años rodeada de entrañables compañeras contribuyendo
conmigo. Recuerdo perfectamente que en el momento de estar frente al estrado
para presentar mi examen profesional para ser Educadora el jurado fue tan
humano, pero tan humano conmigo que me examinó con total equidad y el resultado
fue aprobarme por unanimidad. Por
aquel entonces desconocía la valía de tan profundo respeto mostrado a una alumna que andaba extraviada por la vida,
valores que hoy en día aquilato y envió hasta los rincones de una institución poblana
un “gracias” por haberme otorgado
cuatro años de aprendizaje para trabajar como Educadora en la educación inicial.
Graduarme como Psicóloga fue divino, árido, simple y nefasto palabras que se
leen desagradables, inciertas y hasta hoscas pero es el resultado de experiencias
vividas a lo largo de cuatro años de estudios para lograr mi meta;
ser Psicóloga. Lo concibo divino porque antes de ser Educadora ya anhelaba ser
Psicóloga mi corazón lo sabía, deseaba con todas mis fuerzas estudiar
psicología y cuando me inicie en la carrera fue lo más poético, humano y
vivencial que llegue a experimentar parecía que estaba destinada a conocer las
profundidades de la naturaleza humana más al paso del tiempo la vida me mostraría
la frialdad de los hechos porque del encanto pase al desencanto a medida que avanzaba en el plan
de estudios, me extraviaba una y otra vez, parecía que mi aura estaba cargada
de obstáculos por estudiar psicología. El aprendizaje fue árido porque aun
cuando el desencanto insistía en rondarme jugaba el papel de autoaprendizaje,
investigaba por mi cuenta, aprendía por interés propio, me negaba a claudicar
en aquello que tanto había anhelado. Nefasto porque cuando llegó el momento de
graduarme antes debía cubrir un servicio social, requisito indispensable para
concluir mis estudios, servicio social que consistía en ordenar fichas y fichas
y fichas lo cual me resultaba polvoroso, repetitivo y cansado me resultaba tan árida
la tarea para graduarme que me entristecía. Por fin concluí el servicio social y
estaba en condiciones de presentar el examen profesional para ser psicóloga y obvio
que mi asesor de servicio social debería ser parte del jurado de un total de
tres, lo estipulaba el reglamento interno de la institución. Compre la bibliografía
que se me había asignado, asistí a bibliotecas para investigar, salía de casa
diariamente para estudiar deseaba graduarme como psicóloga, el sueño que un día visualice
estaba por concluir. Llegó el día para presentar mi examen profesional, estaba preparada
para ser examinada por tres jurados pero para mi sorpresa solo se presentaron dos quienes me dieron la opción de presentar el examen con dos jurados y cuyo veredicto
sería; aprobada por mayoría de votos, acepte
de inmediato, no deseaba volver a repetir la experiencia, lo cual fue nefasto para
un sueño tan anhelado. Con gran orgullo hoy puedo decir que poseo el
conocimiento de la naturaleza humana, desempeñó la psicología desde sus raíces,
conozco su esencia y al parecer me he graduado por voluntad propia.
Y para no hacer de estas experiencias académicas un historial de sinsabores he
decidido cerrar con mi graduación como Maestra en Administración de Empresas lo cual fue aborrecible porque
experimente el látigo de la censura, los gritos, las exigencia, la rigidez y
por si fuera poco laboralmente me encontraba certificando una dependencia
institucional en materia de calidad experiencia que jamás olvidaré por el
contrario me anclare a esas experiencias para no volver a caer en las telarañas que obstaculizan la vida. Ah!
caray cuánta experiencia obtuve en materia de
graduaciones terrenales y me basto una noche para que un sueño me
graduara en el arte de vivir tonta y más que tonta, todo estaba dentro de mí y me
la pase años y años graduándome en el conocimiento porque según mi entender me daría
la felicidad, no me daba cuenta que la felicidad ya habitaba en mi pecho. Uno se gradúa en la vida cuando se es consciente,
uno sencillamente adquiere y expande el conocimiento tanto como se desee. Cuando
se posee el arte de saber vivir, uno simplemente pone en acción el poder
interno y lo demás sucede solo hay que percibirlo, activarlo y dejarse llevar
por la vida.
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