Iglesia


Cuando voy a mi iglesia me santiguo para entrar, me unto un poco de eucalipto en las sienes o aspiro incienso de canela entonces estoy lista para accesar. Tomó el camino que me guía hacia mi fuente de vida, me sumerjo entre el abismo de la nada,  siento el silencio infinito expandiéndose más y más  y en cuestión de instantes sucede, sucede el sueño vasto y profundo recibiendo mi aliento espiritual. Mi iglesia camina conmigo, cuando la depositó sobre la cama para entrar a ella, lo cual logró gracias a los menjurjes que abrieron paso a estas letras, me resulta tan sagrado que ni un ápice de inquietud sobresalta mi bendita serenidad cuando de dormir se trata. Gracias a un sueño reparador mi iglesia se mueve con tal ligereza durante el dia que es capaz de hacer proezas en una vida ajetreada y ruidosa hazañas que se plasman en mí caminar sereno, apacible, en absoluto silencio mental aun cuando el bullicio exterior roce mis sentidos, es tal su ligereza al moverse que logró congraciarme conmigo por mirarme libre de contaminaciones espectrales. Mi iglesia va conmigo, me muevo protegida por mi oración y el bendito resguardo de mis ángeles, mis ángeles que me protegen día y noche. Mi iglesia está habitada por divinidades de otra naturaleza, un aura bendita la rodea, un aura que solo yo percibo me alerta cuando de reaccionar al peligro es urgente, me cimbra cuando hago atrocidades terrenales, me activa para regresar al mundo lo mucho que le debo, me mantiene en constante oración con el padre, la madre naturaleza y por supuesto conecta mi mente con la mente universal. Confirmó el tremendo poder que poseen las iglesias del mundo, si tan solo se miraran descubrirían el infinito poder que les habita. He entrado a mi iglesia y no pretendo salir, la voy reconociendo poco a poco, me voy reconciliando con ella, poseo la suficiente paciencia para vestirme de ella porque soy mi iglesia.

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