Familia
De todo lo que me cautiva, definitivamente son mis dos hombres: Roberto e Iván. Triada unida a una existencia divina, divina porque me esmero por ser respetuosa con ellos. Armoniosa unidad configurada virtuosamente porque cada que experimentamos desequilibrios, desfases e inconciencias oro por recuperar la estabilidad familiar, lograrlo ha sido la experiencia más sagrada que poseo, sagrada porque experimento a flor de piel como las almas retornan a la normalidad. Lo he experimentado, comprobado y ratificado hasta el dia de hoy.
Tiempo, espacio y unidad viviendo y conviviendo en familia. Décadas aprendiendo, experimentando, gozando, respirando aprendizajes de todo tipo. Triada de tres almas persiguiendo sueños.
Desde el momento de nacer Iván, Roberto y Yo nos sumergimos en la hazaña de ser padres. Vasta, aguerrida, aleccionadora y hasta retadora labor, términos que aluden a los inmumerables esfuerzos para no errar ni una micra cuando de criar a un hijo se trata. Titánica y satisfactoria lección de vida. Ser padres es un valor sostenido por la responsabilidad cimentada acto tras acto, diseñada para ser real, sorteada entre inesperados sucesos intentando orientar, formar, educar y soltar a un hijo para valerse por si mismo. Valores y antivalores se consumen durante la crianza lo cual es inevitable, parece que uno apela al ego para que los hijos hagan lo que uno manda y no hay manera de disolver tan feas actuaciones. Sabiduría y templanza han sido mis fieles acompañantes para asegurarme que otorgo bienestar a un hijo, como tambien se redimirme ante él cuando le provoco algun daño. Hoy los tres sabemos cómo se danza, vibra y fluye la salud espiritual en casa, sabemos cómo acercarnos, alejarnos e integrarnos cuando de actuar en familia se trata. Respiramos atendiendo nuestros intereses, nos inspiramos sin interferencia alguna, somos nuestros propios constructores de vida.
Trabajar e ir por nuestros sueños es el trayecto que nos mantiene entre el tiempo, las aspiraciones, los ideales, fracasos, enfermedades, decesos, desencuentros y mejor no le sigo porque abriría un paño de lágrimas y es lo que menos deseo. Deseo fervientemente expresar que gracias a las multiples experiencias de vida que hemos tenido nos hemos fortalecido, aquilatamos nuestra existencia, espiritualmente comulgamos en unidad. El cambio sucedió en familia, la buena vibra toco a nuestras puertas. Cada uno con sus respectivas cualidades y fortalezas realiza sus propios cambios hecho que me congratula divinamente porque divinamente hemos salido avante.
Realizar una narrativa familiar me exigió valentia para abordar el último peldaño que me faltaba cincelar; “Ser respetuosa con mi familia” no diré que lo he logrado, continuo trabajando en ello, solo afirmare que los tres sabemos gestar dentro de casa un aire de serenidad y amor incondicional. Respetar a mi familia fue como tomar aguja e hilo para ir cociendo y reparando cuanta inconciencia solte por la boca, la mente conductas reflejadas en autoritarismo, control, manipulación o supervisión de mi propia familia ¡que horror de mujer! Trabajo incesantemente para reparar tan feas conductas que no iniciaron hoy surgieron desde el dia que forme una familia. Voluntad y esfuerzo me redimen para no replicar el daño a quienes digo amar. Aun no culmino la costura que va reparando multiples inconciencias, no es una ocurrencia que inicie hoy, llevo decadas mirándome, descubriéndome y redimiendome ante ellos. He avanzado más reconozco que me falta muchísimo para concluir. Describir cómo es navegar en familia es como curarme emocionalmente, es hacer una limpieza mental, es purificarme desde las entrañas peldaño que me faltaba por cincelar para ser creible mi expresión: "amo a mi familia"
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