Curada
Curada de espantos, curada de miedos, curada del alma, suena grotesca mi declaración y hasta domestica lo cual alabo porque mis letras denotan lo que me habita. Ahora entiendo porque deje en el camino cantidad de lecturas, la causa fue un lenguaje complicado, rimbombante, literario o milenario. Amo desarrollar el arte de escribir y aunque no sea precisamente un arte; escribir deleita mis sentidos para narrar los niveles de vida que voy escalando, hecho que se traduce en una conquista saludable. Me encontraba en la central de abastos realizando compras cuando surgió el título de este escrito: “Curada”, en ese instante me sentía contenta, confiada y hasta serena y me dije; ¡estoy curada, que maravilla! no siento inseguridad, ni un ápice de incertidumbre, premura o preocupación, sentia una radiante luz inundándome de paz, era como ascender espiritualmente. La sensación fue increíble, tan increíble que hoy en dia replico y replico tal sensación, fue como descubrir la clave de la serenidad. Estar "Curada" no lo declaro por efusividad o pasajeramente, lo declaro porque aquel día la profundidad de mi Ser se sentía en total calma situación que me inspiro para tomar tres instantáneas del instante. Llegue a casa registre el titulo para no olvidarlo y ahora me encuentro desarrollándolo. Estar curada de enfermedades mentales, desgastante tristeza, egolatría, falsedad, prejuicio, ira, llanto, minusvalía, mentira, miedo, extravió ¡ah caray! mi caso sí que estaba grave y no dudo que aun existan rezagos de conductas enfermizas en mi alma, más me consuela saber que poseo la capacidad y solvencia para detectar de inmediato tan bajas densidades dentro de mí, lo sé porque me he convertido en una master de mi propia curación. Lo afirmo porque ser protagonista de la ansiedad o paranoia a uno lo vuelve loco tan desgastante sensación, aunque la paranoia no la trabaje terapéuticamente ella se esfumo mágicamente. No sucedió lo mismo con la ansiedad, enfermedad que aún me pasa la cuota su presencia, estaba tan intoxicada de ella que requerí de años y años de autoterapia para librarme. Aún brotan secuelas lo cual no me preocupa, me ocupa dotarme permanentemente del instante para desvanecer todo resto de su presencia en mi mente. Sentir el instante es como “mirar lo que hago” cuando la golosa mente me atrapa, conducta que desvía la ansiedad en automático. Plantarme en el instante es como tomarme una píldora de sanación. Tomar conciencia del sentido de pertenencia definitivamente vino a erradicar la tristeza. Es increíble como el efecto domino sucede en uno, uno empieza a trabajar una enfermedad y el resto de dolencias van sanando. La egolatría me habitaba y no merece la pena acentuarla porque me apena tan avergonzante actitud. Vale más una pizca de humildad a una tonelada de vanidad. Falsedad y prejuicio estaban perfectamente detectados por mí, dolía al alma reconocer que era protagonista de ellos, justo el dolor me obligo a reivindicarme con la vida. Hace tiempo deje de llorar, ocasionalmente una lagrimita se asoma por la venta de mis ojos y no la contengo por el contrario le permito brotar. Me alegra darme cuenta que mi fuente de vida esta curada pues difícilmente derrocha energía en el llanto. Minusvalía, sentir minusvalia era como traer grilletes en el alma, al parecer estaba invadida de baja autoestima, origen de tantas enfermedades afortunadamente solté los grilletes y hoy en día atesoro cada mota de mi existencia. Basto una tarde, un breve lapso de tiempo para fotografiar el miedo dentro de mí. El día que escribí como me paralizaba el miedo fue como el inicio de mi recuperación. A once años de tal escrito hoy afirmo y confirmo que me cure. Aun me extravió, aunque mínimamente, aun me extravió. Centrarme, percibir nítidamente mi existencia y estar alerta es la magia que va curando mis extravíos anclándome en mi realidad. ¡Estoy curada!
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bienvenidos