Conocimiento

Amo los instantes abrumándome deliciosamente de inspiración, las letras brotando cual fuente inagotable de pensamientos, sentires y hechos para dar sentido al escrito que mi cabeza trae desde hace un buen tiempo, para ser manifestado educadamente sin prisas, concienzudamente. Escrito que he venido posponiendo y posponiendo; “conocimiento”. Maravilloso poseer el conocimiento, peligroso poseer el conocimiento, retador contar con el conocimiento. Infinito e interminable es el conocimiento más me basta saber que poseo, quizá, una micra de lo basto que hay por aprender en la vida. La valía de esta atrevida acción se halla en la imperturbable fuente de sabiduría que gradualmente se va gestando en alma, mente y corazón. Pesadas cortinas de ignorancia nublaban la razón y alocaban tan radiante corazón hasta el punto de adormecer este prodigioso cerebro dispuesto a quitarse la venda del cerebro para descorrer la comprensión. Y dudo abandonar tan exquisita labor ya que cuando uno se engolosina con tremendo descubrimiento, uno va por más y más. Es un hecho que si lo deseo me pongo en acción, lo afirmo porque me caracteriza la voluntad y la terquedad para ir por capacidades que me lanzan más allá de lo que se mira, fuerza para desprenderme de la ignorancia que aletarga y energía para espantar a la flojera. Si uno desea ir por el conocimiento no hay poder humano que a uno lo detenga, sencillamente se va por el al costo que sea y cuando uno menos lo espera, uno se habitúa a adquirir el conocimiento por uno mismo, entonces se experimenta la bastedad, se mira el contexto, se cae en la cuenta de cuál es la figura y el fondo de la realidad, se entiende el todo y la nada, se da una especie de salto dimensional. Uno se mira como una pieza dentro del todo tintineando distinto, vibrando alto. Me consta el alto a la vida que uno provoca a falta del conocimiento, de la comprensión y no es por no ir a la escuela o no contar con un título escolar, son esquemas arraigados en mente y corazón, colocados estratégicamente en la cabeza para olvidar, estancar, nublar o reprimir tan poderoso poder que nos fue otorgado; “Ser Capaz de Todo”. No existen excusas del por qué no se cuenta con el conocimiento, existen barbaridades para evadir el aprendizaje, evasión para vivir en confort o la comodidad, es preferible quejarse, lamentarse o conformarse lo que menos se desea es experimentar aprendizajes que agotan, cansan, causan dolor, ansiedad, preocupación o exigen fuerza para ir por el conocimiento. Una mente adormecida prefiere mostrarse desvalida, libre de responsabilidades a experimentar el poder divino de vivir dentro y fuera del tarro de la basura. He de valerme de palabras crudas y violentas para dibujar el contexto impalpable que arruina tan sagrados tesoros que la vida confirió al ser humano. He preferido excavar tan, tan profundo en las cavernas de mi ignorancia hasta el grado de hacerles llegar la luz de la comprensión. He preferido ir por los tesoros que arrumbe por décadas a tal punto que me complace e ilumina el rostro. Descubro la inmensa energía que almaceno palmo a palmo, activo paciente e inteligentemente una a una de mis capacidades sin importar el tiempo que tarde, importa el resultado. Volteo al pasado y me digo; -pero que bruta e ignorante fui- conciente estoy de tan grotescas letras, pero gracias a tan despectiva expresión la sutileza y la comprensión se va apoderando de mí para hablar bonito. Gracias al conocimiento soy capaz de discernir, elegir, evadir y hasta Ser distinta. El peligro del obtener el conocimiento es el riesgo de caer en la egolatría, la prepotencia, negligencia e indiferencia. La valía de obtener el conocimiento es lo sagrado e imperturbable de compartirlo, es la humildad encauzada divinamente, es la misericordia expandiéndose, es el roció de la bondad, es el amor arropando la existencia. Es retador poseer el conocimiento porque me coloca en múltiples contextos para dar fe de lo que digo y hago. Compartir, contribuir, solidarizarme, empatizar son contextos que vienen a poner en tela de juicio tanta palabrería que suelto respecto a lo sagrado. Uno debe poseer altísima sabiduría para lograr discernir entre la verdad y la mentira que desprende la bastedad de lo sagrado ahí reside el reto es como oler la maldad a kilómetros para no caer en la trampa de la falsa empatía, es dar aunque uno este conciente de ser manipulando, es aceptar la supuesta verdad aunque uno vea a todas luces la mentira, es la virtuosa sabiduría separando lo puro de lo contaminado, lo sagrado de lo malvado, lo real de lo irreal. Es una maravilla poseer el conocimiento, maravilla que a uno lo embelesa para ir por más y más ocupándome y no enejándose. Enajenarme seria como dejar caer nuevamente pesadas cortinas que nublan la razón. Adquirir el conocimiento es comprender la fundamentación mental, espiritual y material que configura tan hermosa tierra. Atesoro el día que desenterré la comprensión y enterré la ignorancia.

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