Rudeza

Desearía dejar como titulo para este escrito “rudeza actitudinal” pero la rudeza que deseo abordar es de distinta índole así que dejare solitariamente “Rudeza”. *Rudeza operativa, *Rudeza cognitiva y *Rudeza espiritual tres vertientes que tengo bien dominadas. Rudeza operativa. Ruda como la ruda; fuerte, penetrante, bloqueante y hasta purificante hecho que me congratula, hecho perfeccionado por la fuerza y energía que le imprimo a mi vida para rescatar, habilitar y asentar el compendio de mis capacidades, lo atestiguan los múltiples movimientos que este cuerpo va dejando por doquier cuando de aplicar rudeza operativa se trata. Rudeza operativa, porque alude al quehacer, al movimiento a mi habitual desempeño, título que surgió en la central de abastos, lugar donde la rudeza que se despliega por ahí se manifiesta a su máximo esplendor, lugar donde el centro de atención es la compra-venta no hay espacio para nimiedades o tibiezas, ahí la rudeza me toca, la toco, siento, experimento y termino siendo ruda cada que voy por aquellos espacios. Las primeras veces que llegaba por ahí parecía ardilla asustada, extraviada, flotando e incapacitada para moverme, me sentía cual balón rebotando de uno a otro lado. Independientemente del motivo por el cual piso aquel lugar, el punto es que he de agradecer a la vida porque me obliga a salir del confort porque avivo mis sentidos, habilito la concentración, me alerto para moverme de un lado a otro. Antes llegaba a ese punto sin saberme mover, ahora desde que salgo de casa activo mis capacidades para operar al ritmo de vida que se mueve por aquellos espacios. Gran logro de mi cuerpo, efecto de dotarlo de fuerza, energía y agilidad. Lo que en antaño repelía se ha tornado en una constante de la que aprendo, desarrollo habilidades y me avivo. Rudeza cognitiva. En general soy ruda, no aludo al aspecto exterior que denota mi rostro, apunto a la rudeza que le imprimo al cerebro para desarrollar habilidades cognitivas, me obligo a ser analítica, a procesar abstracciones e ir más allá de lo que me entrega la conceptualización. Soy ruda cuando de aprender se trata, no le permito a la flojera interrumpir a este cerebro o a la distracción evadir la construcción de un buen escrito, me propongo regenerar neuronas haciendo el bien y no destruyendo tan valioso regalo. No me siento a esperar que alguien me enseñe para trabajar con este cerebro, me esfuerzo al máximo para lograr superar conflictos cognitivos y sentirme orgullosa de mis logros. Al hacerlo mi cerebro revive, se torna ágil, rápido, me lleva a mirar más allá de mi nariz, realizo deducciones que para nada son de este mundo. Aquella flojera mental que obstaculizaba mi cerebro es pasada, aplico rudeza cognitiva para poner a trabajar mis neuronas, alimento este cerebro de abstracciones para ser resueltas, me obligo a no distraer mis capacidades con banalidades. He dejado de perder tiempo con trivialidades que solo me convierten en espectadora prefiero ser constructora de mis propios mapas mentales que tapizarme de imágenes que contaminan tan grandioso recurso que habita en mi cabeza. Ser ruda, hablando cognitivamente, me exige altos umbrales de energía para realizar las conexiones que deseo, destrabar bloqueos mentales e impulsarme hacia nuevos aprendizajes de vida. Gracias a la rudeza cognitiva que le aplico a mi vida obtengo nuevos esquemas de pensamiento, nuevas formas de pensar, comprendo el espectro, todo se aclara. Rudeza espiritual -preciada joya- preciada porque por ella toqué la luz, comprendí el significado del amor y la sensibilidad. Desde siempre me recuerdo inclinada hacia sensibilidad propia o extraña. Me recuerdo melosa, ridícula, empalagosa y hasta grotesca al reaccionar con supuesto amor hacia mí o hacia otros, hecho que no me avergüenza por el contrario me pone feliz porque gracias a ello descubrí la verdadera esencia del amor y la sensibilidad. Bote al caño toda huella de falsa espiritualidad. Al comprender la esencia de mi espiritualidad di salida a su vibrante luz, abrí las ventanas del alma para dejarla entrar, expandí mis sentidos para tocarla y vibrar al unisonó. Amparo, vigilo y protejo tan sagrada espiritualidad. Mi rostro irradia felicidad porque conoce la trama de la vida, sabe de su alquimia, de sus humores y por supuesto de su espiritualidad. Soy ruda espiritualmente cuando alma o corazón se ven amenazados. Soy ruda espiritualmente cuando me siento intervenida por bajas densidades. Soy ruda espiritualmente cuando me asalta la sinrazón o el prejuicio, ruda porque aplico fuertes dosis de conciencia a mi lengua o pensamientos malsanos. Soy ruda espiritualmente porque dejo en paz al prójimo y me centro en mí. Soy ruda espiritualmente para agarrarme del padre, la madre y esta mente viviente cuando de saltar obstáculos se trata. Soy ruda espiritualmente porque me he propuesto cumplir la sagrada tarea que vine a cumplir. Y si algo me queda claro en este instante es la titánica espiritualidad que he venido irrigando gracias a la rudeza que le imprimo a la vida. No estoy dispuesta a volver a perder tan sagrado poder concedido; “espiritualidad” por ello seguiré siendo ruda como la ruda.

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