Desprogramarme

A mas de seis décadas...desprogramarme costo sangre, sudor y lagrimas pero lo logre. ¡claro que lo logre!
Desprogramarme de ella fue un martirio y una bendición. Un martirio porque había que aceptar su existencia, una bendición porque jamas perdí la cordura entre el cumulo de bullicios decembrinos, navideños y hasta apologicos. El agridulce disfrute que me veía forzada a disfrazar finalmente fue desprogramado de esta cabeza. 
Desprogramada de los deseos y banalidades. Y no es que sea el grinch navideño, es el efecto de saberme obsequiar realidad, verdad y temple emocional ante la desbandada sugestiva de compre, compre, compre.
Poderosa felicidad me invade porque logre salir de tremendas programaciones terrenales. 
Darle forma a mi existencia, mente y corazón es mi responsabilidad. Aun y cuando allá afuera todo sea programación aquí adentro todo es conciencia. Lo se porque hilvano mi propia espiral de vida; fuerte e inquebrantable.
Los malestares de la vida me siguen llegando, lo cual es muy normal. Lo mas preciado de ellos es que me fortalecen, me tornan diestra para librarlos a puro pulmón, por pura convicción, amparada por leyes divinas hasta el grado de afirmar que aprendí a desprogramarme de mis males. Benévola llave espiritual que alguien coloco en este cerebro para no ser tan cabeza dura y permitir que me atrape la obscuridad, eso jamas volverá a suceder.
El dominio de mi mente se lo debo a la tenaz lucha que me aventuro en el arte de meditar. Cuando silencie esta mente todo a mi alrededor se transformo, hasta el grado de saber que sigue, como sigue, que paso daré para concretar los designios de vida que me toca vivir.
Nací entre lo lo natural y por alguna situación la urbanización me alcanzo hasta el grado de programar tan delicado cerebro. Afortunadamente tuve las agallas para desprogramarme.
Silencio, respiración, voluntad y tenacidad son mis herramientas espirituales, recursos que no suelo ni de noche, ni de día. Recursos que repelen todo tipo programación.
Mi vida esta llena de colorido, colorido que me da luz, fuerza y energía. Mis células pacientemente se van reparando gracias al efervescente colorido que les transmito segundo a segundo.
Recibo del universo un cumulo de bendiciones. Bendiciones que fortalecen el musculo de esta conciencia, empoderan mi fuente de sabiduría y me dejan ver la belleza de la vida.

 

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