Cocinar

Ansió escribir, pero el tiempo lo decide, como decide lo que he de decir en letras. Una tarea domestica mágicamente dicto al corazón abordarla para ser escrita bajo un principio de vida, bajo una ley de la que nadie escapa, se llama “Ritmo”. Cocinar, título que se prendo de mi mente para ser narrado el día que tome esta foto, 3 marzo, 2022. Aunque aún no estaba definido el rumbo que tomarían mis letras, si estaba definida la tarea que me transformo medularmente, justo en el momento de cocinar. Y afirmo categóricamente que me transformo porque cocinar era lo más odioso, tedioso y cansado para mí, no toleraba cocinar, un arte que definitivamente no se me daba. Hoy cocino, acepto cocinar y hasta me deleito haciéndolo y no es una cuestión de sumisión, es una bendita salvación a mi alma. Bendita porque gracias al esforzarme por hacer bien y de buenas aquello que odiaba hacer aprendí a meditar, a instalarme en el instante, a armonizar mis sentidos e incluso aprendí a equilibrarme emocionalmente. Hay días, cuando cocino en que todo está a punto de estallar sea porque me demandan apresurarme, me distraen, falta algo, se irrumpe el cocinar, no me salió sabrosa la comida o sencillamente me da flojera cocinar, sea cual sea el motivo que altera lo que hago, gracias a tales estallidos aprendí a estabilizarme emocionalmente, hecho meritorio de ser aplaudido. Una trivialidad fue capaz de modificar mi  actitud negativa en un acto de verdadera aceptación. El tiempo, la voluntad y la fuerza mental me llevaron a aceptar el acto de cocinar, me llevaron a reflexionar acerca de las labores domésticas que realizo cotidianamente y que dan forma al presente escrito, en otras palabras, caí en la cuenta de mi ritmo de vida. Un ritmo de vida que me resultaba desestimable se tornó en un medio de transformación, aquello que tanto evadía lo aproveche para nutrir este espíritu de silencio, de calma situación que me llevo a deducir lo valioso que es aprovechar el  ritmo de vida que uno eligió. Así surgió una ley de vida que tiempo atrás había encontrado entre textos que llaman mi atención, se llama “Ritmo” ley que analice hasta llegar a comprender y darme cuenta que vivía sumergida en un Ritmo ondulante, oscilante y hasta vacilante. Ley de vida que afirma; "toda acción siempre tiene una reacción, un avance, un retroceso, un ascenso y descenso, ley que rige soles, universos, mundos, mente, energía, materia. Ley que afirma que quienes logran cierto dominio de sí mismos, logran escapar de los efectos que provoca el péndulo del Ritmo de vida. Quienes se conocen saben cómo usar su Ritmo de vida en lugar ser usados por él, saben cómo eludirlo cundo se torna sofocante o asfixiante. Solo con voluntad y firmeza mental se logra salir de la inmensa multitud que va y viene en un continuado movimiento ondulatorio e impulsado por Ritmos de vida asfixiantes. Me llevo años comprender, ejercer y nutrirme de siete principios de vida entre ellos el principio de Ritmo, principio que estoy aprendiendo a neutralizar en aras de una salud espiritual, estoy aprendiendo a escapar de sus oleajes que ascienden y descienden, estoy aprendiendo a vivir. Una cotidianeidad me transformo, me estabilizo al grado de vivir en comunión conmigo. Vivo prendada de siete principios que atiendo y emprendo, en especial el principio de Ritmo pues no deseo ser atrapada por sus efectos impredecibles o agobiantes y lo logro gracias a que me agarra concientemente lista para neutralizarlo.


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