Mercadear

Mercadear o ir al mercado por mis víveres me fascina, sorprende y embelesa. La pasión con que expreso tal sensación es efecto de la sublime compañía que intuyo guiando mis pasos por lugares que pise de niña: “mercado 5 de mayo”. El efecto de retornar al mercado que recorrí en la infancia me fascina porque me recuerda a mi madre trabajando en aquellos lugares e incluso paso por el puesto donde estuve de niña vendiendo con ella. Vagamente me recuerdo detrás de un mostrador haciendo compañía a una mujer entregada a sus hijos. Me fascina porque es como si mis pasos recorrieran sus mismos pasos, es tal la seguridad que siento al decirlo y vivirlo que parece que me va haciendo compañía, me siento a gusto, me lleva de un puesto a otro adquiriendo mis víveres, todo se torna rápido, fácil y encantador. Me embelesa porque me sumerjo entre gente y gente y como gente termino sumergida en la etérea unidad humana. Todo se torna tan sublime que puedo sentir el aura humana y al sentirla termino embelesada por divinas sensaciones. Sentir, intuir y vibrar con los que ahí nos encontramos es una delicia que me embelesa porque es como tocar la mente divina del TODO lo cual me resulta supremo. Y me embelesa la Supremacía Humana. La magia que experimento al mercadear me sorprende y a nadie lo cuento, porque de hacerlo se me tildaría de loca e irreverente, solo mi Ser percibe la -magia rodeándome por doquier- efecto del recordar y caminar con mis difuntos, es como si me mostraran lo que busco e incluso antes de pensarlo colocan frente a esta mirada la próxima compra. Es la magia que vivo, revivo y hago posible paso a paso al hacer mis compras, compras tan triviales que de no ser por el grado de conciencia que he adquirido seria un hecho cansado, abrumador y hasta tedioso gracias a Dios estoy conciente para recibir la magia de la vida. Estoy en casa y estoy encantada de narrar tan burbujeante fascinación que lo rejuvenece a UNO. Estoy en casa y estoy sorprendida de los mágicos efectos que me dejo la visita a un mercado que conocí de niña. Estoy en casa y estoy embelesada por descubrir el poder que a UNO le habita por una simple acción; ir al mercado.

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