Devoción

Devoción es mi entrega hacia todo aquello que la vida me dicta hacer. Devoción es detectar, realizar y concretar acciones que purifiquen esta fuente de vida. Devoción es disciplinarme espiritualmente para concretar la misión terrenal que fue diseñada para mí. Cuán difícil es darle una connotación diferente a tan hermosa palabra que fue aprendida, grabada y hasta tatuada mediante esquemas ajenos a UNO. En lo personal solo reverencio mi ADN, alma y espíritu devotamente tarea que afino sin excusa, desvió y sustitución alguna, labor espiritual que trabajo a sol y sombra cual abeja obrera que no cuestiona por qué lo debe hacer, sencillamente lo hago porque así lo dicta el corazón. Purificar mi ADN me demanda absoluta devoción, devoción que se traduce en entrega. Y entrega para mi no es sinónimo de devaluación, rendición, sometimiento o subyugación es conciencia pura iluminando todo acto que emana de esta mujer. Aguerrido cometido que emprendo constantemente para resolver pendientes que aun quedan en el tintero de los traumas, las evasiones e inconciencias que aun cometo la meta es asegurarme de no provocar daño alguno, estar alerta para no ser presa fácil de trampas de todo tipo. Me entrego para transmutar mi ADN y dar salida a mi esencia espiritual, esencia que llego empaquetada en este cuerpo celestial. Amo escribir, más mis tiempos para hacerlo son extremadamente limitados, así que busco huecos de inspiración, instantes que devotamente aprovecho para dejar entrever sin empañamiento alguno la esencia de lo que soy. Purificar mi esencia es la tarea que me encuentro apuntalando y al parecer la palabra “devoción” le quedo al calce. Lo ratifica la experimentación, observación y canalización que he venido realizando cuando de transmutar toda desavenencia se trata. Devotamente alejo todo mal cuando intenta desviarme de mi meta. Y no es paranoia o locura es efecto de la alquimia que voy concretando en este cuerpo. Concretar mi actuación terrenal es lo más valiente que me encuentro hilvanando cual costurera que no suelta la maquina de coser acciones ni de día ni de noche. Es lo más valiente porque los días llegan cargados de bajas densidades, tan bajas que en cuestión de instantes me someten. Gracias a mi constancia, tenacidad y valentía echo andar la alquimia que me transforma. Suele a suceder que cuando me encuentro en absoluta serenidad de pronto me asalta la premura, extravió o sencillamente soy actora de impertinencias las cuales me provocan desacuerdos, situaciones que aprovecho para ir por la recuperación inmediata, serenar el alma y volver a entrar en contacto conmigo. Aprendí a mezclar la fórmula de la vida cual alquimia que logra la transmutación de un estado a otro. Cuando siento que se me acercan, tocan o consumen las bajas densidades extraigo con devoción sublime energía, energía espiritual que vengo almacenando para poner distancia a todo aquello que empaña mi serenidad. Etérea formula que me restablece de toda desavenencia provocada por insatisfacciones, renuencias, ego o evasiones propias o ajenas. Fórmula que ejecuto devotamente cada que me descoloco por el cansancio, la premura, el ritmo de la vida y hasta las desesperanzas. Soy actor y testigo del poder que vengo desenterrando de tan vastas profundidades que me habitan, fue la tonta programación que me provoque por décadas quienes me llevaron a olvidar la fuente del poder que me habita. Favor de no molestar a esta mujer que ahora está ocupada extrayendo valía de sus profundidades. Favor de no molestar a esta alma que ahora está saneando el compendio de las células que dan forma a su cuerpo. Esta mujer se encuentra sanando el espíritu quien por décadas reclamo bienestar.

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