Siendo
Aceptar la insustancialidad del pasado y permitir al momento presente ser como es, es un real milagro que me encuentro detallando. Aceptar que la insustancialidad engolosina a la mente es el camino que voy desenyerbando para liberarme del ego, es un milagro que esta por suceder. Estoy aferrada a disolver el ego a diluir el dolor que tontamente provoca y, a no permitirle arrastrarme entre inconciencias. Pendientes que me mantienen en un aguerrido trabajo espiritual, en una entrega total. Hecho que logro siendo. Siendo real, sincerándome y aceptándome tal cual soy, trazado que pacientemente voy delineado en vías de disolver toda insustancialidad que toque mi respirar. El milagro de respirar frecuencias elevadas, sentir la divinidad guiándome, saberme protegida, sentir la magia alentando mi existencia realidades que solo el corazón es capaz de detectar, hechos que logro siendo. Siendo capaz de vivir el presente, se presente como se presente. Conciencia, atención y presencia son mi prioridad si de vivir intensamente se trata. Y vivir intensamente no es locura, imprudencia o abrasividad son referentes para no almacenar soserías en las profundidades del alma.
Conciencia.
Cometido que inicie por la simpleza de escucharse bonita la palabra. Cometido
que se tornó en una feroz batalla entre lo inconsciente y lo conciente. Me
inicie a tomar conciencia cuando breves destellos de luz descorrieron mi realidad,
cuando la cortina conductual, actitudinal y terrenal se fue descorriendo
gracias a la luz de la conciencia. Fue gracias a los destellos de luz que me
llegaban que me di cuenta de cuan infectada estaba de inconciencias. Lo que un
día escuché bonito se tradujo en una abrasiva batalla entre luz y oscuridad efecto
del incansable trabajo interior que inicié. Me di cuenta que no estaba
dispuesta a echar a la basura una vida que por algún motivo pisa esta tierra,
me di cuenta que urgía estar conciente. Debieron sucederse cantidad de tragos
amargos para llegar a sentir minúsculos brotes de conciencia, debió sucederse la
comprensión para dejar de luchar contra inconciencias. Cuando inicie caía y me
levantaba cual rueda de hábitos inconscientes estrangulándome hasta desfallecer,
fue el inquebrantable espíritu quien me dio la clave para seguir la ruta hacia
la toma de conciencia. Una aguerrida lucha que inició por escuchar bonita una palabra
se tradujo en un sabio caminar por la vida. Aun caigo en inconsciencias y amo
esos instantes por qué ante cada brote de inconciencias una pepita de oro llega
a mis manos para ser transmutada en conciencia y lo logro solo siendo. Siendo
capaz de vivir la vida al natural, reconociéndola, recibiéndola,
transformándola, estando alerta para ejecutar microcirugías espirituales,
cortes perfectos para extraer inconciencias y bajas densidades de este campo
espiritual hasta el punto de tocar la radiante sensación de estar conciente.
Atención. Poner
atención no es mi fuerte, lo supe cuando me inicié a estar conciente. Poner
atención es la debilidad que amorosamente voy fortaleciendo, y digo amorosamente
porque al parecer me sumergí en el pozo de la minusvalía por la simpleza de no
poner atención. Aun me cuesta trabajo poner atención y no me refiero a
situaciones que demandan alta complejidad, me refiero a cotidianeidades porque
soy capaz de buscar las llaves hasta por debajo de las piedras sin percatarme
que las tengo entre las manos así de frívola es mi falta de atención. Mi falta
de atención denota cuan devoradora era mi mente, revela cuan abrumadores llegan
a ser los pensamientos negativos que se alojan en la mente más cuando uno detecta
la clave para poner atención, uno solo se da a la tarea de nutrir tan preciada
facultad. Estoy rumbo a lograrlo, lo deduzco por la suma de minúsculos intentos
que realizo día a día, intentos que van desde la simpleza del trabajo doméstico
hasta la agobiante entrega de crear. Siendo logro mirarme, siendo tolero, transformo
y hasta logro poner atención en mí.
Presencia. ¡Ah!
Amo mi presencia, idolatro mi vasta, transparente e irradiante presencia porque
denota luz del compendio espiritual que voy descorriendo micra a micra, centímetro
a centímetro tanto de forma como de fondo. Aún tengo pendientes por resolver, pendientes
que voy atendiendo para lograr mi cometido; llegar a mirarme sin nombre, sin
clase, sin títulos, arquetipos o cargas emocionales que oscurecen la realidad.
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