Enojada

Hoy en día rara vez me enojo, y no es que contenga la furia, es que conozco el efecto de la ira. Es tan mortal, cual veneno que aniquila la vida. Hoy en día difícilmente me enojo y no es por reprimir la ira, es por tener la claridad de su venenosa densidad. Comprendí la ira cuando me di a la tarea de trabajar conmigo, cuando me atreví a conocerme sin ocultar nada, el resultado fue gozar de salud espiritual. Hoy en día cuando me enojo se cómo proceder para sanar. Recién me he enojado y no importa el porqué, importa la tremenda oportunidad de vida para salvaguardar mi salud espiritual. Me encontraba alerta, conciente en absoluta serenidad bastaron unos segundos para ser atrapada por la ira, para ser presa del coraje bloqueándome a tal punto que sentía la sangre envenenar mi cuerpo, mire mi mente engolosinándose de ira y odio instantes que prácticamente me noquearon. Delicioso escribir tan tremenda oportunidad; “enojarme” y no es porque me agrade o quiera lucirme, es porque no deseo volver a experimentar tan venenosa densidad. Amo aprovechar tan bajas densidades para activar mi bendita alquimia, aquella que UNO en capaz de realizar con UNO. Recibir la ira me pone en acción para hacer alquimia conmigo porque al sentir 1) el veneno invadiendo mi estómago, 2) la desestabilidad corporal anudando mi cuerpo, 3) el dolor taladrando mi cabeza 4) y el corazón derrumbándose en automático preparo mi pócima para hacer alquimia conmigo. Preparo el caldero para echar en él entrega, ausencia de juicios y amplia apertura pócima que he aprendido a mezclar y mezclar en este cuerpo hasta lograr la serenidad. Y lo logro, vaya que lo logro. A un mes de aquel enojo recapitulo con orgullo el efecto de tan valioso menjurje que cocino en este cuerpo, me queda claro que, de volver a enojarme, volveré a cocinar mi pócima secreta si de vivir en salud espiritual se trata.

Entrega: reacción inmediata que activo para mirarme, observarme, sentirme, centrarme en la resonancia del aire que respiro. Si la mente me atrapa acepto el agudo dolor que me provoca a nivel de estómago y cabeza. Atrapo su veneno con solo observarla, la observo hasta lograr bloquearla. Miro mi cuerpo sección por sección hasta el punto de Ser yo quien domine la situación y no la mente envenenándome por dentro.

Ausencia de Juicios: erradicar juicios de esta mente es el cometido más aguerrido que activo hoy en día, situación que aún no domino, es la intensión más laboriosa que tengo por resolver. Lo sé porque cuando el enojo me vence los juicios brotan cual confetis en esta mente para argumentar, validar y hasta justificar el enojo. Ya lo dice mi pasado, cuando tendía a culpar, sentirme agredida, buscar justificaciones en otras palabras me quedaba atrapada por tan venenosa mente desencadenando juicios y juicios. Saber que dedique tantísimo tiempo a esclavizarme entre juicio y juicio hoy en día el liberarme de ellos me exige un agobiante trabajo, tan agobiante que prácticamente me quedo lacia, mas no me intimidan por el contrario echo andar aguerridas entregas para no volver a ser atrapada por ellos. Y lo logro, vaya que lo logro. Me observo, me miro, los miro y cuando los atrapo enjuiciando, entonces ella; se calla.

Apertura: cuando concilio conmigo doy paso a una refrescante apertura, doy paso a una lluvia de serenidad irrigando todo mi Ser, aun y cuando mi mente insista en buscar culpables me observo, me aferro a desconectar esta mente, entonces una bendita sensación de calma rocía mis sentidos, resultado de una sagrada apertura.

Son las pócimas para hacer alquimia con UNO no me pertenecen, las posee el mundo entero, basta descubrirlas para activarlas en UNO.

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