Templanza Espiritual

La totalidad de mis acciones respaldan mi templanza espiritual, templanza lograda a base de conciencia y reconocimiento de mis errores. La veracidad de mis letras es amparada por la energía y sinceridad, intangibles imprimiéndose a lo largo de este escrito, abriendo paso a las vertientes que configuran mi vida; entrega, responsabilidad y amor. Maravillosas adquisiciones que aquilato en este corazón, dones logrados a base de entrenamiento, reconocimiento y conciencia. Pilares que sostienen el manto de luz que me rodea cual aura de protección, efecto de una profunda desprogramación realizada a este cerebro a fuerza de voluntad. Las mieles de la vida hoy nutren mis células y activan el corazón para vivir en armonía. En otros tiempos estaría peleando con todo mundo, me enojaría, languidecería, titubearía y hasta lloraría por tan denso manto de obscuridad nublando la razón de mi existencia pero gracias a los múltiples esfuerzos, la búsqueda del conocimiento y a una empecinada actitud hoy poseo templanza para alejar las desaveniencias de la vida.
Entrega. Suceda lo que suceda, me concibo cual roble inamovible, ante todo tipo de tempestades. Y no es alardear, es orgullo, alegría y serenidad. Saberme poseedora del secreto es increíble. El secreto de permitir que atraviese mi SER todo tipo de tempestades, sin provocarme el menor daño o dolor. Mi entrega reside en el despliegue de LUZ que da significado a mi razón de existir. Descubrí, experimente y me valí de la fuerza de voluntad al vivir entre el caos, el objetivo residía en desintoxicar mente y corazón, me aferré a frecuencias limpias para sanar y purificar tan densas invasiones, repelí todo tipo de contaminación espiritual y lo logré. Logré estar conciente, encendí la luz que me aleja de turbulencias terrenales, aquellas que minan el florecer humano. Me entrego a la vida inteligentemente, pongo en acción todo el compendio de mis capacidades para soltar lo que nubla la razón, situación que replico tantas veces como evento desajustante me invada. Me desconecto de la mente y solo me aferro a la luz espiritual que da calidez al corazón. Aplico la templanza espiritual a todo desatino, disgusto o enojo que amenace mi existencia, al hacerlo gano terreno espiritual, gano terreno hacia la fuente de vida.
Responsabilidad. Si de algo he de enorgullecerme es de la “responsabilidad” que me caracteriza, virtud que valoro. No me doblego para sacar avante mis pendientes espirituales, sobre todo cuando de cristalizar lo que el destino me depara. Ser responsable de UNO es refrescante y energetizante. Ser responsable de mente, cuerpo y alma es como venerar una a una de las células que configuran a esta mujer. Ser responsable es como entretejer la malla de mis acciones en aras del bienestar porque ante la mínima maldad que cometa mente, espíritu y alma colapsarían, lo sé porque lo hice y la experiencia fue tan horrible que jamás volvería a replicar tal sensación. Ser responsable de mi fuente de vida me significa no generar hoyos a esta malla espiritual que voy entretejiendo con actos sinceros y confiables.
Amor. Le imprimo amor a todo lo que hago. Haga lo que haga, me centro en hacerlo en perfecta armonía, con todo mi ser, en absoluta disposición, entrega y pasión. Me compete irrigar amor hacia todo mi SER hasta el punto de lograr la perfecta armonía.
Tres pilares que voy cimentando segundo a segundo, pilares que son la fuente de mi templanza espiritual quien me mantiene con los pies bien cimentados a la tierra.

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