Ráfagas de Luz
A veces uno no sabe cuándo él va hacerse presente. A veces uno no sabe cuándo él lo va a dejar a uno impregnada de sorpresa, alegría e infinita paz. Maravillosos instantes de los que uno se queda prendada de por vida. Y digo de por vida porque he experimentado más de una vez este tipo de presencias celestiales dejándome realmente dichosa. En estos instantes aún rememoro aquella ráfaga de luz a punto de tocar la punta de mi nariz, asombrosa sensación que me dejo impregnada de una energía inexplicable. Sentirlo tan de cerca, empaparme de sus celestiales vibraciones, conectarme en automático con él es resultado de activar mi fuente de vida. A veces uno no comprende porque el cuerpo se impregna de pesadez, se torna adolorido, los pensamientos van y vienen atolondrado la cabeza y el bondadoso corazón solo se mantiene a la expectativa esperando ser rescatado por su dueña, basto una ráfaga de luz para que esta mujer pasara de un estado a otro. Hablo de los prodigios que uno llega a lograr cuando se es conciente, cuando se es capaz de pasar de un estado de baja densidad a un estado dichoso por el puro gusto de aprender a vivir. Hablo de que soy capaz de rescatarme de las condiciones más densas, para pasar a condiciones elevadas por el simple hecho de jamás volver a experimentar el dolor a lo tonto. Años atrás no deducía el porqué de la pesadez en todo mi Ser, caminaba por la vida cual zombi que debía avanzar, había que seguir trabajando, sacando pendientes, luchando analfabetamente y agonizando aquí adentro, afortunadamente descubrí por qué sucede, supe cómo resolver tales sensaciones. Gracias a la indagación, la experimentación y la puesta en práctica del recuperarme; la energía, la lucidez y la alegría inundan el contexto de mi vida. Cuando el cuerpo se torna adolorido, es efecto del desgaste mental en el que llego a incurrir por distintas circunstancias, me conozco tan bien que intuyo cuando la mente me esta intoxicando abriendo el dique de la pesadez, la fórmula para rescatarme reside en observarme, sentirme y huir de tan denso clima que de pronto me rodea. Cantidad de veces uno no sabe a qué se debe, cual es el origen, cuando lo propicia uno y para el colmo -uno no tiene el más mínimo ánimo de recuperarse- conozco perfectamente como es una caída libre a los brazos de una enfermedad por ello activo energía para rescatarme por voluntad propia, afortunadamente poseo la virtud más aquilatada; -la fuerza de voluntad- así me encuentre en los momentos más tormentosos, extraigo fuerza de mis profundidades y la voluntad sucede, lo sé porque es una costumbre que he moldeado para repararme automáticamente de situaciones densas. Gracias a una disciplina mental y espiritual propicio efectos sanadores a mi vida, es la fórmula que vengo desarrollando, afinando y activando día a día en aras de mantener este corazón saludable y resguardado por su dueña o sea YO. Una ráfaga de luz me inspiro para detallar este escrito, una ráfaga de luz me dio la certeza de saber que no estoy perdida, estoy camino a activar mi conexión con él.
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