Junio


Junio fue alexionante, refrescante y hasta sofocante, me recuerda el día que me inicie a escribir mi “comunión espiritual” por allá del dos mil diecisiete, libro que detalla las principales experiencias vividas mes a mes en aras de indagar la esencia de la vida. Hace tres años ya sabía la ruta de mi destino, en este instante ya conozco la esencia de mi vida, lo cual es maravilloso porque uno adquiere la sabiduría y la lucidez por voluntad propia. Rememoro Junio del 2017 y cierro Junio del 2020 y ambos tienen similitudes tan exactas que me enorgullece conocer su significado, con la gran diferencia de que en Junio del 2017 daba inicio la toma de conciencia de mi vida terrenal y durante este Junio del 2020 la lucidez irradia por doquier o dicho en términos terrenales “estoy conciente” y estar conciente me llevo a vivir increíbles lecciones de vida, tremendos aprendizajes y obvio que reafirme cuan terrenal soy. Como no amar tan divino mes que ha partido pues me recordó mi origen, afloro mis fortalezas y sacó a relucir lo que aún me falta por superar por ello afirmo que Junio fue alexionante, refrescante y hasta sofocante. Alexionante porque obtuve cantidad de aprendizajes rociados por el aura, las virtudes y cualidades de las almas que conviven conmigo. Cantidad de errores cometí como el entrometerme en los pensamientos de otros, afloro la rigidez en mis sentidos más apele a la cordura quien fue mi salvación, retome con mayor ahincó mis hábitos de vida como el ejercitar el silencio mental con mayor disciplina, aplique la constancia para realizar las tareas domésticas, atendí mis evasiones, sustituí la negación por la neutralidad pero la lección más poderosa que me dejo Junio fue el instalarme en el presente o dicho en otro contexto -vivir en el ahora- parece una trivialidad más demanda altísima conciencia para mantener lucida la mente, sin extravíos, lo afirmo porque he sido su protagonista. Ahora práctico el instalarme en el presente, valoro cuan saludable, edificante y hasta purificante llega a ser vivir el AHORA. Deduzco que fue la práctica del aferrarme al presente, estar conciente de lo que hago, pienso y siento quien me dio la lucidez para dejar atrás los problemas, los obstáculos y hasta los miedos que procesa la mente en aras de satisfacer su glotona existencia. ¡Ah! lindo decir que Junio fue refrescante por la simplicidad de recordarme eventos superados y confirmarme lo bien que se siente saberse protegida por el aura divina de Dios o dicho en términos coloquiales “todo sale bien cuando un corazón vibra de energía, plenitud y confianza. Febrero del 2020 ya daba indicios de un colapso mundial e intuirlo me llevo a cerrar Junio observándome exquisitamente refrescada y serena porque cuando uno ya conoce la trama de la vida uno deduce lo que sigue por ello respiro confianza aun y cuando me encuentre sumergida entre el caos. Reluzco contenta porque conozco el origen del miedo, se cómo el “miedo paraliza el alma” libro escrito por allá del 2014 y hoy que es julio del 2020 me digo -cuan refrescante es vivir sin miedo aun y cuando este sumergida en una pandemia- eso es Dios rodeándome de un infinito amor. Junio del 2020 también fue sofocante, tan asfixiante que tuve noches de insomnio, insomnio que aproveché para poner en práctica el instante, apele al ahora, justo cuando el sueño se espantaba por pensamientos glotones. Cuando el sueño se iba por intervenciones ajenas a mi alma automáticamente me colocaba en el instante, me hacia presente en la mente para mirar que pensaba, sentía o porque no permitía que el sueño me envolviera en el reposo nocturno, entonces sucedía, sucedía un sueño profundo bastaba hacerme presente y el insomnio se alejaba. Junio del 2020 fue fortificante y me inspiro para vivir esto que llaman Julio.

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