Rutina


De mi rutina obtengo maravillosas oportunidades de crecimiento personal, fabulosas experiencias impulsándome hacia la cumbre espiritual. Me resulta tan valiosa mi rutina que me he prendado de ella para ir afinando el silencio mental, la aceptación de lo mundano, la fuerza para moverme en tres planos y el equilibrio para recibir lo inesperado de la vida. Si me hubiesen dicho que iba a ser escritora para narrar mi cotidianeidad jamás me lo hubiese creído, es más deduzco que es la vanidad o el ego asomándose en aras de algún lucimiento oculto o una proyección rondando deseosa de exhibirse, más he aquí las letras que descubren tan terrenal sentimiento así que mejor daré paso a esta apasionante sensación que me invade para narrar mi rutina bajo exquisitas configuraciones topográficas llamadas letras. Me encanta y alucino cuando de abordar mi rutina se trata, una rutina cotidiana y ordinaria con ciclos repitiéndose una y otra vez, ciclos que concibo cual fórmula perfecta para traducir el ritmo de vida en silencio, silencio que me vigoriza impulsándome hacia creaciones constantes y sonantes. Tarde para conectarme con el silencio mental y deduzco que es la mente en reposo quien me va abriendo el camino hacia el cometido que tengo en mente. Y tengo en mente sanearla a profundidad, sanearla hasta estar en conexión con él, hecho que voy logrando gracias al silencio. Aún experimento alteraciones rutinarias derivadas de emociones inestables más cuando las detecto automáticamente me pongo un alto para entrar en meditación lo cual me reconforta y da paso a la sobriedad. Amo mi rutina porque me dicta que soy, como soy y cómo reaccionó a los intercambios de distinta naturaleza. Mis actos delataran tanto salud como enfermedad que me llegue habitar por ello estoy al pendiente de cada segundo que vivo, porque justo cada segundo me puede sorprender con alguna barbaridad actitudinal o una reverenda hazaña espiritual. Durante mi rutina el silencio mental se encarga de purificar cuánto pensamientos denso me llega a rondar, propagó a lo largo y ancho de estas paredes estabilidad emocional, destilo pasión al perderme entre el silencio aun y cuando el ruido exterior insista en desestabilizarme, me resulta tan gratificante saberme capaz de no extraviarme entre contaminaciones que me envuelvo en regocijo a eso le llamo crecer espiritualmente y lo hago con tal vehemencia que se me figura que escapo de este mundo para mirar desde otro espectro mi propio mundo terrenal. Aceptación de lo mundano, una hazaña más, hazaña porque no reniego de absolutamente nada de lo que la vida me envié. Y el hecho de no renegar no  significa doblegarme, mucho menos permitir que eventos ajenos a mí bloqueen mi crecimiento espiritual. Aceptar me significa recibir lo que me toque vivir bajo la firme encomienda de mantenerme consciente para saltar todo evento que irrumpa mi serenidad. Es relajante saberme poseedora de la aceptación porque aceptar para mí es la llave que abre paso hacia aquello que vine hacer a esta tierra. Valoro mi rutina desde el momento que pongo un pie fuera de la cama, no hay nada de extraordinario en ella lo realmente extraordinario es el silencio que me acompaña, la energía que imprimo a la flojera cuando me amenaza. Lo extraordinario de mi rutina es la cautivadora iniciativa que imprimo a cada tarea que tengo en la bandeja de pendientes. Me activo día a día para expandir mis capacidades, atender situaciones de tipo  hogareño, fortalecer el poder espiritual que gradualmente voy recuperando. La fuerza para moverme en tres planos es el secreto de mi rutina diaria, joyas espirituales que no suelto ni de día, de ni noche. Primer plano; energía, me muevo en el plano de la energía acompañada del silencio para activarme cerebral y corporalmente. Segundo plano; vibraciones elevadas, vibro desde mi centro, vibraciones que destilo por doquier, me mueva por donde me mueva concentro energía y vibración para estar alerta de mí, cuido al máximo no destilar bajas densidades para no desgastar energía y si por alguna razón me llega a suceder automáticamente canalizo vibraciones y energía a mente y cuerpo para salir del escollo. Tercer plano; frecuencia, replico energía y vibración tanta veces como demande mi rutina, la intensión es conectarme con la esencia divina. El equilibrio emocional que poseo hoy en día para recibir lo inesperado de la vida es una realidad y digo; una realidad porque he aterrizado en la ecuanimidad, tremendo logro interior. Recuerdo que tiempo atrás no me podía ver interrumpida por algún evento denso porque me alteraba considerablemente, si alguna enfermedad tocaba mi cuerpo o alma me descomponía emocional y mentalmente pero hoy en día es diferente porque reacciono ante lo inesperado con fortaleza y conciencia, poseo la madurez  suficiente para actuar con sabiduría e inteligencia no volveré a replicar el analfabetismo emocional del pasado pues conozco sus efectos. Hoy en día todo es energía en mí, vibro silencio a mí alrededor y es tal su frecuencia que mi rutina lo puede constatar.

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