Ego
Me doy cuenta que el ego
fulmina la naturaleza de la humanidad, me doy cuenta que el ego envenena el corazón
consiente estoy de lo que declaro porque sé que mi ego me envenena y si no soy
capaz de purificarlo seré cómplice de mi autodestrucción. Por mucho tiempo el
ego fue mi enfermedad, debieron pasar décadas para saberlo, debí atravesar cantidad
de sucesos para poner el foco de atención en él. Aceptar y comprender mi ego
requirió infinidad de indagaciones, experiencias y reflexiones, lo más valioso fue que aprendí a vivir con él. La indagación
sucedió cuando atravesaba por una crisis laboral por allá del dos mil nueve, en
aquel entonces me dote de una gran cantidad de bibliografía que aludiera el
significado de tanta desestabilización emocional y de entre tantos libros que
adquirí me encontré con autores hablándome del ego situación que me doto de su
origen, su significado pero no me doto de su aceptación. Leía ávidamente cada libro
que adquiría, el contexto apuntaba al ego una y otra vez en cada libro que
revisaba cuidadosamente parecía que las letras narraban algo ajeno a mí, lo
sentía mas no lo veía e incluso llegue a pensar y expresar que el ego es tan
desafortunado que destruye espíritus, destroza almas canalizaba mi sentir hacia
otros, no me percataba que la reflexión estaba dirigida a mí, que yo era esa
persona que se estaba autodestruyendo. Por aquel entonces carecía de
conciencia, estaba infectada de un ego devastador que no detectaba y lo más
delicado era que me habitaba. Resulta tan hipnotizante su efecto que si uno
intenta revelarlo o arrancarlo forzadamente en automático lo coloca a uno sobre
el piso. Lo supe cuando me encontré derrotada sin camino alguno, caía y caía
una y otra vez efecto del ego, efecto de seguirlo cual si fuera mi amo y para
cuando supe de que estaba constituido e intente contenerlo, controlarlo y hasta
fulminarlo prácticamente me sometió. Error, fatal error que solo me extravió, me
hundió más. Uno podrá hablar del ego e incluso ahondar en su origen, su significado
o efectos pero dista considerablemente del conocerlo al sentirlo corroer el
alma, desestabilizar la respiración y hasta enfermar el cuerpo teniéndolo cual
habitante que jamás se ira de casa siendo presa de sus nocivos efectos. Paso un
buen tiempo para lograr neutralizarlo, para tomar conciencia de su existencia y
aceptar que me habitaba pero soy tan atrevida que decidí curarme, me atreví a
liberarme al experimentarlo una y otra vez. De la indagación pase a la
experiencia, mi primera experiencia fue fulminarlo lo cual no funciono, como ya
lo exprese, no funciono porque mal interprete el mensaje, al hacerlo se
agudizaban mis crisis emocionales e incluso enfermaba, parecía que todo tipo de
malestares me alcanzaban me volvía más violenta, huidiza y amargada. Experimentar
me llevo a concluir que no se trata de erradicar el ego, se trataba de aprender
a vivir con él, el secreto residía en descubrir que es parte de mi naturaleza, el
reto seria neutralizar sus efectos y neutralizar sus efectos me exigió tremendas
reflexiones. Reflexionar, desde mi experiencia muy personal, es una gran hazaña
porque se requiere de energía para tomar conciencia de lo que a uno le habita, lo
cual fue mi salvación, fue el salvoconducto que me llevo a experimentar
cantidad de veces el ego para encontrar la salida de sus nocivos efectos. Experimentaba
en el momento exacto que mi ego intentaba envenenar mi sangre, me aferraba a
estar consciente y al hacerlo me invadía de lucidez era como entrar en razón, como
mirar desde otra perspectiva toda situación que me desestabilizara disipando el
daño que provocaba en mis entrañas. Práctica que se convirtió en mi religión
porque replicaba la conducta una y otra vez hasta el punto de comulgar con el
ego. Descubrí que debía estar consiente noche y día si quería sanar, debía vivir
cual faro que vigila todo evento que incendia mi ego, tarea que no resulto
fácil resulto agobiante pero el resultado fue gratificante porque pasada la
tormenta uno se pone feliz por saberse capaz de neutralizar los efectos del
ego. Fue un breve pasaje del como aprendí a vivir con el ego, quizá se lea rápido
pero me llevó más de diez años iniciarme en el camino de la conciencia para
neutralizarlo. Una labor que solo es para valientes de corazón que sienten, que
están dispuestos a salir del confort para enfrentar sus prepotencias, dominios,
avaricias, miedos, odios o bloqueos. Vivo sumergida entre egos de todo tipo,
naturaleza, conocidos, desconocidos y hasta
inciertos lo cual me encamina en el arte de aprender a vivir con él, con
el ego. Es mi responsabilidad neutralizarlo para no dañarme, ni dañar a otros. No
me atrevo a declarar que no poseo ego, pero si me atrevo afirmar que soy experta
en neutralizarlo, lo atestiguo porque que se cómo hacerlo. Cuando mi ego me
desestabiliza lo neutralizo en cuestión de segundos, cuando el ego de otros me
fulmina caigo irremediablemente y al levantarme me levanto con mayor fuerza.
Prácticas que han ido desenvenenándome del odio, el resentimiento y hasta la crueldad.
El reto ahora consiste en el consciente discernimiento de lo que vierte mi
naturaleza y lo que vierte la naturaleza de otros porque en el momento que reaccione
por ego abre retrocedido milenariamente. Observo la tremenda tarea que tengo
por delante y me apasiona saber que estaré ocupada un buen tiempo en el arte de
neutralizar mi propio ego.
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