Rara

Recién me ha dicho una persona –eres muy rara– y efectivamente soy muy rara porque no me alineo al común de las multitudes. Lo he repetido tanto que hasta parece que lo grita mi lenguaje corporal lo cual no es una violenta demostración, rechazo o no pertenencia a este sistema terrenal es una realidad el ser rara y lamento el malestar que provoca mi actitud hacia las personas que me miran diferente. Me concibo diferente por el simple hecho de estar liberada de programaciones mentales de quienes somos multitud. Es paradójico ser multitud y estar fuera de ella lo cual me hace realmente rara. Tome conciencia del ser rara al decírmelo otra persona a la cual respondí; –si– bastó un “si” para caer en la cuenta de la valía del ser rara pues ratifica mis capacidades de libre elección. Atesoro ser rara porque puedo neutralizar el ritmo de vida que contagia y hasta enferma. Amo ser rara porque puedo alimentarme de mi propia luz, mi mente sigue el camino que le marca el espíritu y mi cuerpo presta atención a los pasos que va dando por esta tierra para no caer en las bajas densidades que intoxican la naturalidad de mi esencia. Soy rara por naturaleza, ya desde niña poco encajaba en la familia materna, al paso de los años me fui dando cuenta de ello mas no le daba importancia. Hoy soy consciente de mi rareza, conozco la naturaleza del porqué y el hecho de saberlo me viste de una imponente responsabilidad para caminar por la vida sin atropellar a nadie. Soy rara porque no me alineo a los deseos e intereses externos me alió a mi identidad, al palpitar de alma y conciencia. Soy rara porque no comulgo con las leyes teológicas, sociales o culturales creo las propias sin importar si me equivoco, importa que mis conductas calcen con mi naturaleza. Me dejo guiar por el sentido de la intuición para discernir con sabiduría lo que acomoda a mente, cuerpo y alma y cuando eso sucede quedo satisfecha por saberme capaz de crear mi propia línea de vida. Soy rara porque difícilmente caigo en banalidades terrenales el solo oírlas, mirarlas o sentirlas me corrobora que no van conmigo me odiaría mirarme presumida, pretenciosa o mentirosa para caerle bien a otros. Por naturaleza propia intuyo los antivalores y no es una cuestión de lucimiento o mojigatería es una virtud con la que llegue a esta tierra para probarme y practicar su opuesto, los valores, aquellos que elevan mi naturaleza. Soy rara porque difícilmente confió en otros, la confianza es tan sagrada para mí que solo aquellos que me conocen de corazón saben que vivir lejos de mí es como tenerme cerca de ellos. Soy rara porque amo la soledad aun viviendo entre multitudes. Soy rara porque elijo con quien hacer intercambios espirituales, elijo almas que están dispuestas a compartir conmigo la verdad y la confianza. Gracias a esa persona que me dijo; –que rara eres– broto la inspiración para hacer una declaración de mi rareza.



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