Sin prejuicios


Declarar que no tengo prejuicios seria como asegurar que prejuicio, más vale decir que me estoy curando de ellos que aseverar que no prejuicio. Llevo días queriendo escribir acerca de ello, pero me ha requerido de tiempo poner el foco en la conciencia de Consuelo, en identificar que tan real es lo que pretendo exponer acerca del prejuicio. Al estar sumergida entre multitudes, expresó multitudes porque he tenido que salir de casa constantemente para sumergirme entre el arcoíris de almas y espíritus. Así polvosa, desaliñada y hasta molida de cansancio, así fue como me di cuenta de que voy dando pasos agigantados para sentir cuando prejuicio y expondré dos situaciones que recién viví y que aluden al prejuicio; 
  • Al bajar de un transporte público de inmediato mi mirada se posó en un indigente sentado a la banqueta, lo cual me destanteo  tropecé y estuve a punto de caer. Una reflexión instantánea surgió para decirme; –ves lo que te puede suceder por prejuiciar a otros–.
  • Al entrar a la colonia donde vivo, recordé que debía hacer una compra, me detuve para entra a una tienda y entre tanto esperaba para ser atendida una mirada me recorrió de pies a cabeza, estábamos tan cerca que sentía su frecuencia inspeccionando mi viejo calzado y lo desaliñado de mi presencia, era tan grotesca la inspección hacia mi físico que basto sentirme  para decirme; –vez como se siente ser prejuiciada–.


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