Recuento 2016
Lo más sagrado que pudo haberme
sucedido en este año que fallece fue zafarme del tiempo, desentramparme de los
segundos, minutos, días, meses y hasta años. Fue permitir que mi vida fluya al ritmo de mis sentidos y deseos lo
cual es realmente gratificante, es como un baño espiritual que deja caer por
toda mi piel una refrescante conciencia dictándome; no tienes porque correr, llegar a tiempo, mirar el reloj o ver el
calendario para saber que día vives. Zafarme del tiempo fue como salirme de la esfera del ritmo mundial, ha
sido casi una proeza, ha sido permitirme vivir el instante a instante. Afino mis
sentidos para no caer en tan estresantes ansiedades que provoca vivir sujeta al
tiempo, vivir pendiendo de la enfermedad que desata.
Recién el tiempo para
mi dejo de existir, no me preocupa si empieza otro año, si tengo o no propósitos,
si debo proveerme de doce velas para encender mes a mes o si debo sacar la
maleta viajera para augurarme buenos tiempos, que bien se siente decirlo, que bien se siente desentramparme, decir con plena conciencia que he traspasado
el tiempo aquel que trae consigo males o fantasías. Saberme fuera del tiempo es
realmente sagrado; mi corazón luce apacible, mis células se renuevan espiritualmente,
mi conciencia logra mayor lucidez.. así es para mi vivir, vivir relajadamente.
2016 me dejo increíbles
aprendizajes jamás imaginados como el contactar con Dios, abrir mi corazón a
sus mensajes, escuchar el sonido de su llamado, elevar mi corazón cuando se
tambalea, impregnarme de energía celestial cuando todo se torna obscuro,
vivir entre la luz y la obscuridad. Realmente me revitaliza hacer un consenso
de lo logrado además me llena de vitalidad para continuar porque el solo hecho de
descubrir, sentir y vivir lo bien que se siente estar abrazada a Dios uno no
quiere volverse a extraviar. Estar abrazada a Dios es como comulgar con mis
actos, es como darme cuenta de quién soy, es permitirme oxigenar cada
rincón de este cuerpo para dar cauce a la energía que urge expandirse en libertad
y conciencia. Pareciera que hablo por hablar o escribo por escribir pero no es así,
el hecho de aludir a cada letra que delineo en el teclado, es como sentir cada célula
de mi cuerpo dictándome lo bien que se siente decirlo, aclamarlo, afirmarlo. Lo
más sagrado que me sucedió durante este año que fallece fue tomar conciencia de lo
que digo o hago porque si hablo de desentramparme del tiempo es porque he
estado entrampada en él y ahora sé cómo se siente estar sin amarras temporales.
Si digo comulgar con cada uno de mis actos es porque me doy cuenta de lo que
hago, digo, pienso y justo de entre esos actos brota o bien la iluminación o bien se
chisporrotea la negrura de mi alma, la negrura que aún queda pendiente por
afinar y en eso estoy. Tomo lo nefasto de mí para purificarlo, no en el instante
claro que no, lo hago paciente y sabiamente… a eso le llamo trabajo
espiritual.
Mis recuentos siempre han sido espirituales de cambio, de aquello que solo el corazón y el alma comprenden. Desconozco si haré un próximo recuento, pero lo que si haré sagrada y fehacientemente será
sentir el instante, el mes a mes, aunque me contradiga al decir que
dejo de importarme el tiempo, he descubierto que cada mes trae tremendos mensajes terrenales, trae vientos de misterio, aperturas
celestiales y hasta cambios espirituales lo cual me atrae poderosamente y estaré
entregada a ello a partir de este instante. Descubrí el hecho en agosto
de este año que fallece, en aquel entonces pude descifrar agosto con mínima conciencia y me
atrajo a tal grado que caí en la cuenta que cada mes contiene significados y estoy dispuesta a descifrarlos, vivirlos con plena conciencia. Lo haré devotamente, no lo haré ansiosamente lo haré serena y con el poder
de la conciencia.
Fallece mi pasado y con el fallece
el tiempo... a partir de ahora solo poseo este instante invitándome a explayarme
en aquello que amo; vivir, sentir, crear e innovar.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bienvenidos