Serenidad

Abrumador oleaje de serenidad es la razón que me mantiene en total ecuanimidad. Ecuanimidad cual circular de energía manifestándose dentro de mí a un mismo ritmo, velocidad y sincronía. Sagrada sensación sin interferencia alguna, bendita paz interior. Es como ir a la iglesia, sentarme en total soledad, invadirme del frescor de sus muros, el silencio santificado de dios, la paz pululando por el rededor, toda yo impregnada de iglesia, solo que en este caso la iglesia es mi cuerpo, es mi contexto, es mi exterior manifestándose en total esplendor. Cada despertar es un triunfo más, el solo hecho de abrir los ojos es sentir la serenidad, está en mi corazón y eso es triunfar en un abrumador mundo. Tiempo atrás mis despertares eran feos, pesados y hasta dolorosos parecía que levantaba de la cama un tremendo bulto de existencia, levantaba la tortura manifestándose al abrir de los ojos, en el lento caminar y somnoliento despabilamiento. Hoy despertar es claridad, apacibilidad, ternura del alma rodeándome de serenidad. “Dios eso es Dios”. Desde luego que me llegan ráfagas de ansiedad pero el solo hecho de mirarlas es  desvanecerlas, no necesito hacer gran cosa, única y exclusivamente sentirme, ese es el secreto de mi serenidad. La serenidad no es una cuestión que me invada las veinticuatros horas del día no, uno no sabe de los acontecimientos que surgirán de entre la nada, pero justo todo acontecimiento me lleva a experimentar la serenidad porque sin ellos decir que vivo en serenidad, sería como decir que vivo en los himalayas y eso sería mentir. Quien no ha vivido entre huracanes… ante una mínima brisa se desploma, por ello cuando hablo de serenidad hablo del éxito, del vivir entre torbellinos y estar apacible. Han sido los huracanes, las marejadas y oleajes de la vida quienes me han dado tan exquisita oportunidad de  tocar la serenidad y no es una cuestión de vanagloriarme, mucho menos de exhibicionismo es una cuestión de completa apertura del corazón para manifestar como llegue a tocar la serenidad. El ¿cómo? no fue enfrentando, mucho menos luchando para nada, única y exclusivamente lo hice sintiendo, dejando, permitiendo, abriendo mis sentidos a todo aquello que el destino me enviara ahí estaba mi alma en total apertura para recibir de todo. Se me figura como cruzar un puente; ante el primer intento uno se tambalea, titubea, teme y hasta pierde el equilibrio pero justo ahí reside el reto; -avanzar- -cruzar- si uno se impregna de fuerza, seguridad y valía, uno avanza hasta cruzarlo , es más -uno vuelve sobre el mismo puente una y otra vez-  para atravesarlo sin miedo alguno. Por supuesto que se pierde el equilibrio pero gracias ello, uno llega a encontrarse. El equilibrio hacia todos los planos ha sido mi mejor medicina, ha sido la clave del surgimiento de la serenidad, es mi alimento diario. Vivir en equilibrio me invita a comulgar con la serenidad y ahora que lo escribo la conciencia me invade de una poderosa aura terrenal.
Serenidad en mi alma, es serenidad en mí Ser... el hecho de expresarlo me deja tremendas vibraciones de paz.

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