Entre menos toque la contaminación más saludable soy

Me doy cuenta que entre menos entre en contacto con el exterior mayor equilibrio obtengo, aunque también me doy cuenta que cuando contacto con el exterior se pone a prueba mi supuesto equilibrio mental, emocional y espiritual. No me queda duda que para lograr un crecimiento interior no hace falta irse a los himalayas, mucho menos recluirme en la soledad aun cuando me lea incoherente es realidad. Al decir que entre menos contacto tenga con el exterior más saludable soy, no estoy diciendo que me oculto o rehuyó del exterior, para nada, por el contrario me sumerjo entre gente y gente pues soy gente, el punto es que entre menos me sumerja entre el ruido, la contaminación visual o verbal, el escándalo, la noticia que alarma, las redes virtuales que distorsionan o engañan mayor estabilidad adquiero, el punto es no irrigar el cerebro de falsedad, intriga o maldad pues es el alimento de la mente y la mente sabiéndose domesticada aprovecha tan exquisitos manjares que engordan el miedo, la pesadumbre y hasta el fracaso. Consiente estoy que la mente jamás ha sido alimentada para congraciarse con ella, para estar al servicio de la inteligencia y el corazón tal parece que fue preparada para autodestruirnos pues por una sola noticia, evento, situación o acción que vea, sea por el medio que sea, a uno le llega alterar considerablemente, me sucedía tiempo atrás, afortunadamente ya he superado tales atropellos al corazón. Hoy en día es mi responsabilidad vigilar mente, cuerpo y alma aun cuando tropiece con eventos contaminantes la ecuanimidad ya es parte de mí, lograrlo no fue de la noche a la mañana requerí de tremendas dosis de dolor, paciencia y apertura para encontrar la salida, descubrí que entre más me alejara de las contaminaciones más saludable respiraba. 
Veo, siento y amo descubrir que entre menos contacte con el exterior que intoxica más terreno saludable voy ganando, hablando interiormente y eso es formidable lo cual no quiere decir que me aisló o me escondo para nada. Me doy cuenta que son contadísimos los eventos del exterior donde puedo entrar en una deliciosa charla con mentes abiertas, sinceras sean virtuales o presenciales y cuando eso sucede pues lo gozo. Cuando uno tiene la capacidad para discernir entre el bien y el mal uno camina entre la realidad, me sumerjo bajo mis propias convicciones, esencia y forma de Ser entonces no enfermo del corazón. Lo que enferma llega a ser tan poderoso que muchas veces uno ni cuenta se da uno y termina siendo un ente desequilibrado mental, emocional y corporalmente. Los medios televisivos los deje de mirar es tal la contaminación que recibe mi mente que entristece este corazón. En las redes sociales solo salgo a compartir y muy poco me detengo a mirar lo que se comparte, la aprovecho para escribirles a quienes me hacen preguntas y la aprovecho a tal grado que me detengo a leerlos, sentir lo que sienten, redactar mis respuestas con todo cuidado, responsabilidad y empatía, quizá estén cerca o del otro lado del mundo pero si llego hasta mi su preguntar pues respondo desde el corazón.
Vivir entre la contaminación exterior no me da tristeza, me causa dicha saber que en esta linda tierra aun existimos gente que siente, ama, se reconcilia con ella, es pura y por más contaminación que se desate en nuestro planeta puedo asegurar que somos más lo que comulgamos con el bien y eso me hace feliz. Hoy en día a eso me dedico a alejarme de todo aquel contaminante que me lleve a las celdas del automatismo. 
Soy Consuelo y amo Ser

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