Dios

No creo que exista palabra alguna para definirlo, sería un reverendo atropello. Dudo que exista imagen alguna que proyecte su divinidad.
No creo que exista ciencia alguna que lo haya descubierto, aun no poseen el suficiente corazón para declararlo.
No creo en lo terrenal para demostrar que existe.
Solo existe… ¡el existe! estoy plena y absolutamente convencida. Dios existe y es tal su existencia que mueve a millones de almas, a millones de almas les da la certeza de estar en ellos.
Me mueve y conmueve a tal grado que ahora mismo escribo con él, su presencia me inunda de una tremenda luz y paz.
Estar con él es como es estar sumergida en él.
Su gracia es infinita.
La paz que transmite captura a todo ser vivo.
La serenidad que otorga es profunda.
La dicha que produce es inagotable.
No requiero salir de casa para encontrarlo él habita mi hogar y no hablo del hogar material, hablo del hogar espiritual. Tome conciencia de él cuando me desprendí de egoísmos, falsedades y mezquindades y no es una cuestión de decirlo a la ligera o decirlo por fanatismo para nada, es una cuestión de hacerlo, de sentir cuando alguno de ellos me atrapa. Es una situación de desenmascararlos, reaccionar cuando se presentan y redireccionar mis acciones cuando se requiere lo cual me exige alta cordura pues se enraízan tan profundamente en el corazón que a veces uno llega a pensar que está bien ser así. La cotidianeidad los revela y me pone a prueba cuando caigo en su obscuridad. La cotidianeidad se encarga de delatarme cuando soy egoísta, falsa o mezquina y cuando eso sucede religiosamente me pongo a trabajar en ello y eso duele pero me lleva a encontrarme con Dios, no el dolor no, la limpieza que hago permanentemente en mente, cuerpo y alma. Me falta mucho por hacer pero se cómo lograrlo, se mirarme tal cual soy. No me preocupa si lo lograre, más bien me ocupa actuar para dejar de ser tan fea, ahora mismo lo que escribo me demanda profunda apertura y sinceridad para aclarar la obscuridad que aún me habita.
He logrado avances...gracias a ello lo he sentido, tocado y me he impregnado de él y eso es más que suficiente para continuar purificando este corazón.
Ese mi secreto para tocar a Dios y ahora que he redactado mis pendientes segura estoy que he dado un paso más para abrazarlo en su total su vastedad.

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