Caer en el vacio

Caer en el vacío es caer en la nada. Ame descubrir, sentir y vivir lo fascinante que es caer en el vacío, en la nada, envuelta de voluntad como única alternativa de existencia. Increíble experiencia de soltarse de toda sensación material, es tan indescriptible que solo tengo algunas letras para intentar descifrar lo imponente del vacío, su vastedad. Emplear la lógica para explicar tal proeza fulminaría la sensación de haberla vivido. Caí en el vacío, me solté firme, segura, arropada por la esencia que me habita. Fue mágico sentir como mis pies se movían al compás de la verdad, al ritmo de la transparencia, al son del vaivén terrenal y la nada. Fui capaz de traspasar la obscuridad bajo la luz encendida de mi corazón. Es inimaginable que uno llegue a comulgar con el alma y el espíritu vibrando de energía cuando se cae al vacío. Cuando eso sucede uno tiene la bendita dicha de mirar el todo, pero el todo que me habita, no hablo del todo terrenal, aquel que contamina mente y corazón. Mirar el todo que me habita realmente me deja embelesada, me muestra los prodigios que me habitan, me transporta a otra dimensión, veo más allá,  me quedo en total lucidez confiada, agradecida y bendecida aspirando hasta el último aliento de vida. Disfrute caer en el vacío, sentí su contenido, me centre en sus mensajes, capte su divinidad. Caer al vacío fue como impregnarme de energía y efervescencia. Sé que es tonto, incomprensible y hasta loco decir que caí en el vacío pero fue tan real que en este mismo instante mis dedos escriben impregnados del vacío, dejándose llevar por la apasionante sensación de querer escribir lo que el alma les dicta.  

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