Yo y mi mente
Los obstáculos para crecer espiritual, emocional o mentalmente
no se encuentran fuera, se hallan dentro de uno mismo. Uno llega a
pensar que quizá las cosas no salen como uno quisiera porque el de enfrente te
puso el pie, porque el de al lado no te quiere, porque no le caes a X persona, porque no tienes buena suerte
infinidad de argumentos para justificar el ¿por qué no se sale adelante? o ¿porque no se
encuentra el éxito deseado? puras y auténticas aberraciones mentales,
argumentos que solo la mente es capaz de crear y como tal lo afirmo. Cuando
digo crecimiento espiritual, emocional o mental justo el saneamiento mental deseo abordar. Relatare del como la mente llega a ser tan poderosa, a tal grado que nos eleva
o nos pulveriza en cuerpo y alma porque así lo creamos, sentimos y pensamos. La
mente está ahí como un recurso valioso para ser empleada como empleas tus
manos, tus ojos, tu boca pero no para que te destruya. No nacimos para estar a
disposición de la mente, la mente nos fue otorgada para servirnos es lo que he
llegado a comprender. Y ha sido la bendita comprensión quien me lleva a
sincerarme para expresar; por largo tiempo le pertenecí, le pertenecí a la
mente, hoy ya no estoy a su disposición.
Desde el día que lo comprendí entré en una sagrada quietud, en un bendito
silencio.
Largos años viví entre el trabajo, la familia, la
casa y mis maravillosas aspiraciones
aquellas que un día me trajeron de cabeza girando en infinidad de trastornos
emocionales y la causante era la mente pero gracias a mi naturaleza y a la bendita consagración de entrega por encontrar el camino estoy curada, estoy
saludable. El por qué caí en tal desajuste emocional fue precisamente por mis aspiraciones y no es que no se deba tener aspiraciones o sueños no. La situación
fue que me agarre del idealismo, de lo inexistente, porque no existen
maravillas, muchos menos ideales eso es endeble, subjetivo, soñador, ilusorio surgen
y se evapora de la noche a la mañana y no es que esté en contra de este tipo de
pensar no. Es correcto cuando un sueño se siente, se intuye como motivación, se mira
como una meta tras la cual uno se aferra, son actos concretos que realizas porque sabes que
tienes entre tus manos lo tangible para hacer real lo intangible, entonces eso
es maravilloso, es real, el sueño se cumple.
Uno puede argumentar que los obstáculos provienen de
allá afuera pero no es así, provienen de dentro, de nuestro mismísimo centro. Es
real que existen obstáculos externos pero no tienen impacto en uno si no
se entromete la mente. Realmente debo aseverar e incluso afirmar que los
problemas, obstáculos o barreras provienen de adentro, de tan adentro de uno que en lo más mínimo pensamos que seamos los generadores de ellos, por el
contrario nos la pasamos echando la culpa a otros o el por qué suceden nuestros
fracasos y esto es así porque la mente nos pertenece, nos habita y es la única
responsable de dictarnos que, como, cuando, porque te suceden tantas cosas. La mente es tan atrapante, envolvente, seductora, aprehensiva, ansiosa,
destructiva, violenta que no te deja ni a sol ni a sombra, lapida a tal grado
los sentidos que uno se olvida del corazón y del cuerpo. Se llega a vivir
atrapada al ritmo de la mente diciendo, haciendo, evadiendo, cuidando, fortaleciendo
tan infame mente. Y no hablo de la inteligencia para nada, hablo de la mente, son cuestiones totalmente equidistantes.
La mente fue quien me sembró ideas no solo en
esta vida, de muchas vidas atrás por lo que he tenido que regresar una y otra
vez para reparar daños o barbaridades que he cometido con mi cuerpo y ni que
decir con mi amado corazón. Pero bien dejándome de lamentaciones y acusaciones, que es lo que sabe hacer
perfectamente mi mente, mas no mi corazón, he de decir que hoy vivo con ella,
con mi mente. Si es definitivo, vivo con ella, mas no a través de ella, me
pertenece, mas no le pertenezco. La he descubierto, la miro para reparar
tanto daño que generó aquí adentro. Sé que somos una, la gran diferencia es que
ahora soy yo quien la invita a venir cuando lo deseo, sabe que ya no me atrapa o caigo en sus locos pensamientos para torturarme, conflictuarme o entrar en ansiedades.
Lo logre, divinamente lo logre. El cómo lo hice fue
con meditación, si con meditación. Tuve que recurrir a infinidad de autores,
maestros, métodos, técnicas, múltiples practicas para sentir la
meditación desafortunadamente ninguna funcionaba por el contrario hacia más
poderosa mi mente pues solo la mecanizaba, articulando, programando, robotizándola
y de eso precisamente se alimenta la mente. Así que tuve que claudicar, darme
por vencida dejarla hacer su santa voluntad pues entre más me decía; “no
pienses”, “ya basta” o buscaba ayuda parecía que todo era para alimentar mi
voraz mente así que deje todo en paz y me senté a mirarla, sentirla, ver su
origen, observar tanta barbaridad e incoherencias que producía una y otra
vez. Fue este tipo de actos replicados una y otra vez que de pronto me dejaban en la nada, encendida por diminutas ráfaga de gozo chispeando en mi corazón. Ráfagas
celestiales que nada tenían que ver con la mente, solo cimbraban mi corazón a
tal grado que tornaban todo mi rededor en obscuridad, vacío, silencio. Entonces supe que meditaba, sabia meditar dejándome en una bendita dicha. Así
descubrí que la dicha es el antídoto de la mente, la mente niega toda felicidad.
La mente no te permite ser feliz desde tu centro solo alimenta la supuesta
felicidad, aquella que viene de otros, de afuera pero jamás acepta la felicidad interna,
aquella que brota de la nada porque sabe que la verdadera felicidad la fulmina en
cuestión de instantes.
Tal experiencia debió sucederse una y otra vez,
tanto que ni yo misma me lo creía, reía de tantas locuras que creaba mi mente
hasta llevarme al silencio absoluto, era tal el silencio que solo encontré un nombre para llamarle; meditar.
No requerí de postura alguna, método, técnica o
respiración especializada para meditar, requerí de mirar mi mente y
soltarme en la nada. Medito, hoy en día medito total y absolutamente sea
de día, sea de noche, al caminar, trabajar, cocinar, hacer el aseo, charlar, hacer
filas, conducir, dormir todo el tiempo, absolutamente todo el tiempo medito y
definitivamente; amo meditar.
Mi meditación no fue cuestión de constancia, mucho menos de tenacidad, fue una cuestión natural que solo sucedió.
Mi meditación no fue cuestión de constancia, mucho menos de tenacidad, fue una cuestión natural que solo sucedió.
Hoy en día me aseguro de no contaminarla, convencida
estoy que allá afuera se hace de todo para atrapar millones de mentes y millones
de mentes no saben que suceden con ellas y los pocos que lo saben, saben
aprovecharlo para contaminar mentes. Una mente bien
empleada posee una tremenda capacidad para vivir sin obstáculo alguno. A mi se me presentan obstáculos externos claro, pero ninguno
de ellos provienen de dentro, de este maravilloso espíritu, luego entonces si yo no los
creo… mente, espíritu y cuerpo son capaces de traspasar barreras y eso sí que
se siente súper bien. Eso no es un sueño, eso es un éxito personal porque no
bailo al ritmo terrenal, danzo al ritmo espiritual.
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