Amo ser mujer

Ser mujer es realmente divino. No sé si en otra vida fui hombre pero intuyo que sí, lo dictan mis conductas de  mujer en esta vida. Soy una mujer que nada de femineidad o delicadeza posee por el contrario la rudeza me caracteriza y la amo a tal grado que me cimbra firme y profundamente. Como también me atrapa la delicadeza y femineidad que observo y siento en otras mujeres. Amo ser mujer aun sabiéndome ruda y me complace mirar la dulzura en bellas mujeres. 
Lo deduzco porque soy mi propio laboratorio y ser mi laboratorio me ha llevado a analizarme, sintetizarme, observarme, probarme  y decir que puedo…
  • Sentir mente, corazón y cuerpo
  • Capturar el más mínimo detalle de la vida
  • Recibir la dicha surgiendo de la nada
  • Perderme entre la penumbra de los sueños
  • Deleitarme entre la celestial música de la naturaleza
  • Imbuirme en la vastedad de la nada
  • Danzar al ritmo del corazón
  • Poseer la sagacidad de transformar mis debilidades en habilidades
  • Sentir y soltar mi ansiedad
  • Descubrirme si actuó con falsedad
  • Avergonzarme si miento
  • Desenmascarme si la pretensión me llega a tocar
  • Enjuiciar mi severidad
  • Probar, sentir y emplear todos, absolutamente todos mis dones sin dejar ninguno afuera.
Todo absolutamente todo mi Ser es mi propio laboratorio y si algo nuevo surge para experimentar o canalizar lo aprovecho para generar mis propios cambios. Ser mujer no es una cuestión de moda, género o porque ya nos toca estar en el poder de la vida. Ser mujer va más allá de lo mundano, lo terrenal, tanto hombres como mujeres poseemos el poder de Ser y la capacidad para danzar con el todo basta quererlo para hacerlo. 

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