Tres tipos de trabajo
Trabajar para otros, generar tu propio empleo o trabajar
en ti son situaciones totalmente equidistantes, apasionantes,
abrumantes. Situaciones que afortunadamente he vivido, experimentado y sentido.
Cuando uno escribe o habla acerca del significado del trabajar es
por el tremendo impacto que causa en cada átomo de mi vida.
Desde que tengo uso de razón trabajar
para otros fue mi razón de ser, es más el trabajo era casi sagrado, así se
comulgaba en casa por allá de los sesentas y admiro tan nobles sentimientos de
nobleza fincados en mi corazón, nobleza que realmente vale la pena
atesorar. El trabajar para otros se convirtió casi en mi esencia y digo casi
porque de no haber sido por tan maravilloso corazón que siempre renegaba me
hubiese quedado atrapada en creer que el trabajo es sagrado y eso sí que no lo
hubiese permitido este corazón. El trabajo será sagrado para unos, pero para mí
ya no lo es, lo escribo y afirmo como tal debido a tan exquisita conciencia que
se va expandiendo. Descubrí que el trabajar o bien se convierte en ciclos
que enferman o bien se goza y los factores pueden ser múltiples; desde el
aferrarse a la sobrevivencia económica, sentirse útil, aceptado, valioso telarañas que nublan la razón para sentir el trabajo casi sagrado pero
no es así. Sagrada es el alma, el espíritu, el corazón, el ser humano aquel que
se entrega pensando en un futuro, un ideal, una vida mejor eso sí que es
sagrado, aquel que derrama tanto derroche de energía.
Trabajar para mí es cristalizar el potencial, transformar, edificar, crear, pensar, proponer, descubrir empleando
todo el Ser y obvio que por ende se espera el efecto material,
pero el problema del trabajar surge cuando uno se pierde en la búsqueda
económica cayendo en ansiedades, sin descanso alguno, sin darle un respiro al
alma. Eso para mí no es trabajar eso es entregar cuerpo y alma a cambio de un
bien material, claro que es indispensable mas no justifica que se deteriore tan
preciado tesoro. Quizá para otros sea una locura lo que digo pero no pretendo
que me crean, mucho menos que lo acepten, escribo lo que siento, plasmo mi
experiencia, redacto mis vivencias y eso me basta porque finalmente el
trabajo dejo de ser sagrado para mí, "sagrada es mi esencia"
Generar mi propio empleo. Una experiencia más que he venido
experimentando a lo largo de los años o décadas diría yo. Ya desde
niña autoemplearse era el medio que conocía para sobrevivir en la familia.
En casa uno comerciaba con todo así que por ende sentía que el vender o
comerciar era parte de mí, sentía que lo llevaba en la sangre y de cierta manera si,
aunque mi naturaleza tan cambiante e impredecible ya me dictaba que no servía
para eso y efectivamente no sirvo para comerciar. Debieron sucederme cuantiosas
experiencias e intentos por querer hacerlo una y otra vez hasta que por fin me
di por vencida. Experiencias desde el vender tortas, aguas, jugos, colchas,
tacos, papas y no sé cuánto intento más hice y entre tantos intentos también vendía el conocimiento, aquel que llegó a mí por aras del destino. Cuando inicie a promocionarme el mercado era abrumante, la competencia, los
requisitos, los interminables pagos hasta que finalmente me venía quedando sin recurso en el bolsillo así que simple y sencillamente mis sueños se esfumaban.
Era tal la frustración que me llegaba a preguntar; ¿para que estudie
tanto? en casa me aseguraban que si estudiaba seria exitosa, pero no
me dijeron que tipo de éxito y lo comprendí justo cuando experimente la
infinidad de intentos y eso exactamente requerí para encontrar mi camino.
Requerí experimentar tropiezos para hacer un alto y preguntarme; ¿Cuál es mi
potencial? ¿Que amo hacer? ¿Qué debo hacer para cristalizarlo? Tres pilares que
definieron mi rumbo para autoemplearme. Múltiples eventos han obstaculizado el autoemplearme en el conocimiento, pero no han obstaculizado mi constancia y
enfoque. Se lo que quiero hacer, como hacerlo y me gusta, requisitos
indispensables para no claudicar. El conocimiento es parte de mí, la
experiencia me sobra, conozco la competencia, se de los obstáculos, poseo la
ventaja competitiva y eso me basta para continuar. Estoy en el camino correcto y eso es lo que importa.
Trabajar en mí va más allá del autoemplearme o la búsqueda
material. Trabajar en mi tiene que ver con el trabajo espiritual, con mi
transformación interior. Cuando empecé a trabajar en mi descubrí
porque el trabajo material lapida la mente, nubla la razón. Tiembla el corazón
cuando uno no tiene trabajo, uno se siente a la deriva como pluma en aire, sin
medios para sobrevivir. Descubrí porque el termino trabajo sustituyo
tan divina virtud llamada responsabilidad, descubrí que son
totalmente equidistantes. Caí en la cuenta del cómo se desvirtúan tan hermosas
palabras así que por ahí empezó mi trabajo espiritual. Cuando me quede sin
trabajo me sentí paralizada, inútil e incluso menospreciada afortunadamente
solo fue momentánea tan desagradable sensación. La firmeza por generar mi
propio empleo siempre ha sido parte de mí y gracias a ello sentí y
vi diferente.
Trabajar espiritualmente es mi alimento
cotidiano. Siento la totalidad de mi templo cada amanecer,
inhalo el despertar de la vida, calibro el cerebro para no aturdir tan
delicioso despertar, tomo un the calientito de fortaleza y voluntad y cuando
tengo todo empaquetado en mi iglesia, “yo”, pongo manos a la obra
para trabajar en el conocimiento.
De tres tipos de trabajo hoy solo
vivo dos; trabajo en mí y genero mi propio empleo.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bienvenidos