Disciplinada para escribir
Sucede de manera natural, no necesito forzar mente o espíritu para
escribir. Es como si los motivos estuvieran encendidos permanentemente. Me
inicie a escribir de adolescente, escribía esporádicamente y cuando lo hacía encantaba a mi corazón
sentir el fluir de las letras. Más tarde lo olvide y di prioridad a otras
circunstancias, fue al finalizar la edad de los cuarenta cuando volví a retomar las letras y para hoy que vivo
en los cincuenta y tantos es como si ellas se manifestaran para cristalizarse.
Escribir me demanda tremenda conciencia de lo que voy a plasmar, ejercitar el
musculo de las habilidades mentales, la articulación de las palabras para crear
una sintonía y por supuesto la cadencia que da el sabor de continuar leyendo.
Es una habilidad que me exige disciplina situación que aprovecho para generar
mis propios cambios internos pues disciplinarme para escribir no es cuestión de
severidad, es cuestión de enriquecer mi crecimiento interior. Aunque pareciera
que nada tiene que ver un hecho con otro, lo real es que escribir enciende la
totalidad de mis sentidos. Y aprovechar cualquier situación que me provea de un
crecimiento espiritual vale la pena. La inquietud por escribir siempre existió
en mis entrañas debió pasar el tiempo para percatarme que poseo riquezas
intrínsecas y el ir descubriendolas para que cobren sentido me puede encantar. La
escritura me demanda de la lectura, lectura que cobra sentido a medida que mis
ojos van recorriendo letra a letra de lo que escribe mi Ser. Es la
totalidad de lo que soy y hoy en día leer para mí es como mi alimento espiritual, así
me inicie a escribir disciplinadamente.
Escribir me exige alta entrega para no dejar a medias lo que
inicio. Disciplina para dar sentido a lo que quiero expresar con letras.
Compromiso para ser responsable de lo que escribo. Intangibles que no solo me sirven para escribir enriquecen
mente, cuerpo y alma dejándome impregnada de un poderoso crecimiento interior.
Mis letras me demandan inspiración para sentirme atrapada en el querer
continuar. Precisan salir desde mis entrañas para ser dignas de colgarse en mi
pecho e inteligencia para difuminarse en la nada. Eso es para mí la esencia del buen escribir.
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