Aprendo y comprendo

A partir de que descubrí el conocimiento he afirmado cuan majestuoso resulta ser. Sobre todo cuando es liberado para llegar a otro Ser.  Hace maravillas en la mente humana. Soy una de esas afortunadas que por aras del destino la vida abrió en este cerebro las betas del conocimiento. Cada nuevo aprendizaje sorprende a mi corazón al descubrir cuanta capacidad existe en un cerebro libre de ataduras y eso me hace feliz. En especial cuando logro liberarlo cual energía pura para llegar a otros corazones. Por fin se han unido; mente y corazón, pero no deseo desviarme y expondré él porque traerlo a este escenario de letras.
Sentada en una peluquería, una peluquería X donde el costo no va mas allá de treinta pesos, donde uno se sienta a esperar turno, lugares que me encanta visitar para sentarme a disfrutar escenarios de vida. En tanto me cortaban el pelo una charla empezó a suceder entre quien me cortaba el pelo y otra mujer que esperaba. Un escenario de tres mujeres: yo en la silla de corte, otra contándomelo y una mas esperando su turno, una triada de mujeres donde dos charlaban y una era espectadora. La charla giraba en torno a los nietos, a los hijos e hijas, a los esposos y entre mas se adentraban ambas mujeres en la charla yo atendía mi corte, pero además mis oídos atrapaban un sinfín de palabras saliendo vertiginosamente de sus bocas, vertiéndose apasionadamente, palabras como: –pellizcotes que me daba mi mama–, –la abuela era tan mala, tan mala que me levantaba a las cinco de la mañana a rezar–, –golpizas que nos daban en ese entonces, pero ahora ya no es así, ahora los hijos nos quieren hacer como quieren, uno solo les sirve de sirvienta–, pues mi abuelita era buena conmigo, la mala era mi mama, ella si nos pegaba–, –lo malo es que ahora uno no les puede pegar–. Aun ahora que lo escribo me deleito al recordar tan linda charla si, linda. Hubo un preámbulo en el que, por algún motivo aquellas dos mujeres se percataron de mi existencia, ahí enmedio de ellas, de pronto su mirada parecía preguntarme si a mi me había sucedido lo mismo, si estaba de acuerdo. Lenguaje corporal al que solo respondí brevemente: ¡linda charla!  ambas sonrieron entre consternadas y afables preguntando: ¿que a Usted no le pegaban? -claro que me pegaban-, fue lo único que respondí pasajeramente en aquella divina charla donde solo deseaba seguir siendo espectadora. Concluida mi intervención en aquel escenario y mi corte de pelo solo pague y me despedí de ambas. Aun en este instante que lo narro vuelo a reiterar; !divina charla¡ donde el acto de pegar o no a los hijos, o si alguna vez me pegaron es lo que menos me importa. Lo grandioso de este suceso es la magnitud de distancias cerebrales abriéndose deliciosamente entre una y otra alma. Distancias que nada tienen que ver con el status, el conocimiento, o la teología, no. Para mi son distancias divinas que me estaban revelando desde un angulo sagrado una triada de mujeres quienes habíamos vivido situaciones similares, la gran diferencia es que a mi dejo de interesarme el pasado, y solo me atrapaban tan deliciosas almas, comulgando sin estatus alguno. A ese conocimiento hago referencia, al ser capaz de mirar diferente, porque cerebro y corazón se han conectado. Gracias al conocimiento puedo descifrar el porque sucedían o suceden tales eventos. Esa es mi gente, yo provengo de ahí y también fui barbarie, claro que soy, fui o seré, barbarie no lo sé, pero lo exquisito de aquel instante se quedo grabado en este corazón y el divino cerebro enmarcando lo sagrado de la vida. Ya el destino me dictaba abrir brechas desde otra dimensión y qué bien se siente mirar con transparencia el TODO a eso llamo aprender para comprender. Pacientemente voy aprendiendo la realidad de la vida, la veo exquisita, tan exquisita que me siento divina.

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