Una revolución me sucede

Escucho la obra de Verdi, me siento a escribir acompasada por tan divina orquesta de sonidos. Cimbra el alma celestiales notas como invitándome a fundirme en ellas. Fundirme es el término ideal para hablar de la esencia que habita este cuerpo. Danzar bajo el escrutinio del corazón para sincerar letra a letra escritas por esta mujer. Eso es lo que me apasiona; dejar lo trivial para generar arte,  para cristalizar la esencia de lo que habita este cuerpo y lo que habita este cuerpo se halla más allá de la dicha, es etérea, es energía pura. Parece mágico mi destino, cuando doy por hecho que he concluido una etapa de vida, de pronto una faceta más se abre frente a mi dándome la bienvenida  y hoy es un magnifico día para entregarme a ella. Hace treinta años desconocía el significado de tan bello día, por más intentos que hiciera el destino para tomar conciencia de él, esta mujer andaba pérdida entre búsquedas tontas y superficiales. Ah! divino Verdi, sentir  tan celestial música me transporta a la serenidad y el gozo, pareciera que la música coincide conmigo, pareciera una gracia divina. Lo etéreo de la vida y la magia divina es mi destino. Es la nueva puerta que se abre e  imbuirme en ella será mi pasión. 

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