Sonidos curativos
Si en el pasado alguien me hubiese dicho que existen sonidos curativos para
el alma, seguramente mi amaestrada mente diría que eso es una locura, afortunadamente
me ha sucedido ahora que mi mente captura lo etéreo de la vida. Ahora que la mente
se deja llevar por el corazón para permitir que los sonidos curativos toquen esta
alma circulando por cada átomo de este maravilloso templo. Recibir los sonidos
curativos simplemente es una maravilla que toca el corazón para deleitarse con
lo divino. Pararme frente a un árbol para otros les puede significar curiosidad,
intriga, prejuicio o burla pero eso para mi no es significativo. Cuando me
inicie a meditar frente a un árbol me centraba en el que dirá el exterior, en escuchar
los pasos de otros, en el ruido del
tráfico, en las miradas hurgando mi presencia, en mi cabeza que era todo un
caos tratando de meditar y ahora que lo analizo quizá hasta el pobre árbol lo
ponía nervioso por mi empecinada locura, en fin. Fue al amanecer cuando un
sonido divino insistía en tocar mis sentidos y era tal la insistencia que me
entregue a aquel instante sagrado. Y no me extenderé en el cómo se siente, solo
diré que fue tal el efecto que me dejo embebida de felicidad. Así fue como me di
cuenta que la periferia había dejado de interesarme, de desestabilizarme, aun
cuando salga al amanecer o al atardecer logro capturar todo aquel sonido que
engrandece mi alma y este amanecer me conmovió de tal manera que fue como una cura definitiva. Ambos nos escuchábamos; el cantando para mí y yo vibrando de
felicidad, me dejo con un hermoso halo de alegría. Mi caminar no solo me
obsequia bellas imágenes también me regala hermosos sonidos que son como la medicina para el alma.
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