Nueva semana
Una semana que concluyo… una semana que inicio impregnada de lo celestial
que me mantiene en constante equilibrio. Vivir en equilibrio es la gloria que
funde mis sentidos. Para mí el pasado es
un tramo de tiempo que me deja
grandes lecciones y exquisitos
aprendizajes. La vida es como un extenso lienzo donde voy pintando las minúsculas
hazañas que logra este corazón. Todo reto, experiencia o trivialidad lo tiñe esta mujer en trozos de letras. La semana que concluyó me dejo embebida de alegría al descifrar la
maravillosa esencia del equilibrio.
Desconozco que me depare la semana que inicio, pero conozco divinamente como
mantenerme en equilibrio.
Y el secreto se haya en el punto medio, en el equilibrio. Cuando
siento que me inclino hacia un extremo
de la vida de inmediato me coloco en medio, en equilibrio. Extremos que la
cotidianeidad me ofrece en el día a día y de mi depende si me quedo atrapada en
ellos o me mantengo en equilibrio, entre
mente y corazón. Hablo de los extremos
que desatan la ira o la bondad, el amor o desamor, la serenidad o la
ansiedad, la tolerancia o la desesperación, la verdad o la mentira de esos
extremos hablo. Hablo de lo radiante que uno puede llegar a ser cuando de vivir
en el punto medio se trata, y eso es lo
que vivo en este instante, extasiada en el
equilibrio, colocándome exactamente en
el punto medio aun cuando las circunstancias sean contaminantes, amenazadoras,
turbias o enfermas. Así vivo, centrada, en equilibrio, gozando y fluyendo lo que este
corazón es capaz de dar y reflejar; una
tremenda energía que ilumina mi camino y el camino de quienes me rodean.
Amo saber que soy es capaz de embeberme de vida y sumergirse en las
profundidades terrenales, recibiendo lo que la vida me da y compartiendo lo que
cada fibra de mi ser desprende. Eso es equilibrarme, eso es realmente amarme,
escucharme, estar equilibrada.
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