Charlas nutritivas

Charlar para mi tiene una significación profunda, tan profunda que el solo acto de  abrir la boca deberá venir acompañado de algo realmente valioso para hablarse.  O bien atrapan mis oídos aquellas charlas que tocan mis sentidos con palabras divinas, entonces, solo entonces abro oídos, abro mis sentidos para escuchar al otro.
Cuando miro su rostro con tal despliegue de alegría al depositar en mis oídos tan vasto conocimiento que va adquiriendo, de inmediato captura mi atención. Con él aprendí a leer sabiamente, me enseño a compenetrarme en la literatura, me mostró como embeberme de las letras que guardan tesoros, me mostró como encontrar libros grandiosos y cristalizarlos en la vida diaria. Hemos pasado más de 30 años juntos y ahora que nos sentamos a charlar nuevamente, vuelve a impresionarme tan divina inteligencia, tan hermoso hombre depositando en mis oídos “el efecto compuesto” uno de tantos libros que le miro leer. Aquella noche entregaba a mis oídos, una a una las letras de aquella lectura, me entregaba de manera sintetizada las recetas para ir acumulando tesoros para el alma y la mente. Solo le miraba, embebiéndome de tan nutritivo instante, alimentándome de tan exquisita voz, intercambiando experiencias de vida...maravillándonos al unisono. Fue tal el efecto de aquella charla que me dejo una nueva meta a seguir; “generar efectos compuestos” para nutrir mente y corazón. Ser capaz de generar efectos que me revitalicen y llenen de dicha, es la meta. Son las charlas que amo y a eso llamo nutrirme con palabras.

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