Carreteras de energia

El titulo surgió mágicamente, misteriosamente, y si lo escribo con la verdad; fue la necesidad de plasmar las carreteras de energía por donde circula esta mujer. Y las dibujare  mediante las letras que amo pincelar. Es lo que vive Consuelo.
La energía siempre me ha habitado, de hecho soy energía desde el instante mismo de nacer en tan bella tierra. Ayer al adentrarme al tráfico de la cotidianeidad me  vi imbuida entre carreteras de energía. Hablo de las multitudes que circulamos en el día a día, ayer fui una vía más, circulando, desprendiendo energía y el solo hecho de sentirme parte de las multitudes me llevaba a tomar conciencia del piso por donde circulo. Me trasladó a vivir el instante para mirar diferente. Circulaba entre ellos, éramos una multitud, éramos energía encaminándonos de una fila a otra. Una multitud de carreteras desprendiendo energía impregnada de premura, ansiedad, tristeza, preocupación o serenidad. Todos conformando carreteras en busca de la salud orgánica buscando una ficha para consulta, un sello, una autorización, una cita médica, una orientación, una medicina para el cuerpo. Al estar ahí las emociones me embargaban pues sabía perfectamente que la vida me estaba enviando un regalo más; “un instante para sumergirme entre las carreteras de la enfermedad”.  Y aunque parezca una locura, amo mi locura, aunque debo decir que siempre que estoy entre lo nefasto, reto a mi mente, reto al corazón para ser diferente. La energía que ahí circulaba no era para nada agradable, así que cada paso que daba, lo daba sagradamente aprendiendo, descubriendo como hacemos para enfermarnos, alertándome para no atropellar a otros, ni ser atropellada. Caminaba con tal precisión que me iba apoderando de la ruta por donde circulaba, en cada escalera, en cada pasillo caminando entre todos. Todos éramos como carreteras, éramos energía desprendiendo calidez o ansiedad. Y en una de tantas filas donde tuve que detenerme para esperar el trámite, me dispuse a meditar, si ahí era una excelente oportunidad para meditar, un divino momento que me estaba otorgando la vida, un reto más. Pero quien se encontraba detrás de mí, de pronto interrumpió mi balanceo meditativo para preguntarme; ¿es su primera vez aquí? sonriendo le respondí; -sí- Así se  inició un intercambio de palabras, palabras que eran cuidadosamente elegidas por mi mente para no atropellar el giro que acababa de dar. Quien intentaba charlar conmigo, denotaba necesidad por hablar, enviando palabras sueltas a mis oídos y contrario a evadirla vislumbre una oportunidad mas para involucrarme en aquella charla pasajera sin atropellar su cortesía. Magnifico, hermoso, ser capaz de redireccionar el pensamiento, era una oportunidad mas para ser diferente, así que continúe con la charla que me ofrecía aquella jovencita. Cuando finalmente tocaba mi turno para ser atendida en aquella ventanilla me despedí cortesmente expresándole; -sentiste, como la espera pasa desapercibida cuando tu energía se centra en ti y no en los demás, es mi turno y me ayudaste a ser diferente al entrecruzar unas palabras contigo.  Me miro tan desconcertada que no supo que responder.
Llegaba a la ventanilla y un rostro agotado, arrugado, con el cabello desaliñado recibía mis documentos levantándose al mismo tiempo de su silla para darse un respiro, dejando mis documentos a un lado. Entonces, fue entonces cuando la compasión broto de las profundidades, de este corazón. Si, la divina compasión y no es una ridiculez lo que escribo, me da alegría saber que por fin conozco y siento la esencia de la compasión. Sabía lo que aquella mujer estaba experimentando. Sabia como era sentirse agotada, el pasado me lo estaba recordando al mirarla, sabia lo que provoca el cansancio, aquel cansancio que acaba con uno. Respetuosamente, mire hacia otro lado para no interferir con su carretera de tan poca energía que denotaba y espere, espere calladamente para ser atendida. Dios, ahora mismo brota de mis adentros la gratitud hacia ti por tan divina experiencia colocada a mi alcance. Cuanta sabiduría depositas en nosotros para mostrarnos los momentos justos para ser diferentes, para ser realmente humanos. Mirar aquella mujer no solo me llevo a tomar conciencia de cuan afortunada soy, me llevo  a impregnarme de cada instante que me envías, a vivir a pleno pulmón la energía que me habita, a purificar el corazón. Concluido mi tramite con aquella mujer, le agradecí respetuosamente y en automático respondió; -su trámite está concluido, que tenga buen día-. 
Fue una salida de casa para circular entre infinidad de energías y no solo me llevo a mirar diferente, me llevo a sentir la energía que nos destruye o construye. Aquí deposito mi energía impregnada de dicha, deposito una divina experiencia, una sagrada toma de conciencia y un equilibrio terrenal.


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