Unidos

Todas las noches mientras duermo, duermo abrazada a Dios,
todas las mañanas al despertarme, despierto con El.
Al imbuirme entre la vida cotidiana nos observamos y seguimos mutuamente.
Tanto si hablo o no hablo, ambos estamos en el mismo espacio.
No nos separamos ni un instante somos como el cuerpo y la sombra.
Al moverse este cuerpo, se mueve delicadamente
desprendiendo  estelas de su esencia.
Si titubeo o me detengo a mirar huéspedes en mi cabeza
amorosamente me retorna a la conciencia.
Me habita desde el instante que me detuve a escuchar
el sonido de mi voz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Barro hediondo

Cuatro palabras

Serenidad

Sintonizar con la vida

Fuerza de voluntad