Hablo por mi

 Hermosos designios de la vida me suceden. Tuvieron que pasar décadas para que esta mujer dejara de criticar al prójimo. Si dejar de andar regando por mi rededor quien es bueno o quien es malo, quien lo merece o quién no. Debió tocarme Dios tan profundamente para enfrentar mi realidad escondida en lo profundo del  corazón y sin vergüenza alguna la pongo al descubierto. A esto  llamo purificar el corazón. Un pendiente más de vida que se alojaba entre la obscuridad de este hogar, mi hogar interior. Ayer una lluvia torrencial, hoy una amanecer divino que va limpiando la conciencia hasta el último rincón de este cuerpo. Cada paso de vida terrenal me descubre divinamente, me invita a expulsar lo que lesiona al alma, desenmascara mis prejuicios y pone al descubierto mis arrebatos terrenales. Esto es religión para Consuelo, esto es conocerme verdaderamente, esto es simple y sencillamente purificarme.

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