Templanza
Veo la templanza como la cumbre máxima que va guiando
el camino que recorro. Sé, que la templanza se define como “una virtud por la
cual somos amos y señores de nuestros placeres y no sus esclavos” pero para mí
la templanza es como mi nave, como el poder que me habita y del cual me sostengo
firmemente bajo mi propia responsabilidad. Siento
la templanza como la capacidad intrínseca que me guía hacia lo divino, centrándome, sin perder de vista el rumbo que he elegido. Si hoy titubeara un poco, caería de inmediato en los deseos y doctrinas ancestrales, doctrinas de las que me voy
desprendiendo divinamente. Con temple me levanto al amanecer, sacudo los restos
de las telarañas, me impregno de un profundo respiro e inicio a meditar. Si,
gracias a la templanza he logrado meditar, he logrado cimbrarme en la tierra, a no perder
de vista el camino, mucho menos atropellar al corazón y lo más valioso que me
ha obsequiado: “disciplina para no
claudicar”
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