Consuelo
Me siento apaciblemente a soltar las letras que abre de compartir entre la
obscuridad de este amanecer y los tenues sonidos de casa. Un amanecer que me
invita a moldear un corto bosquejo de lo que fue mi ayer como estudiante.
Los designios de la vida me llevaron a caminar por la calle donde se
encuentra una antigua casona, casona que un día fue mi alma mater; la Facultad
de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Mex. Facultad
que me vio pasar como adolescente, como estudiante, como psicóloga, como consultora,
como universitaria. Esta semana que concluye volver a caminar por aquella calle empedrada y llena de vida, un
insghit aturdió mi corazón desplegando mi realidad cara a cara. No pase con títulos
académicos, pase como mujer. Una mujer que miro sus recuerdos dulcemente,
transparentemente, como comulgando con ella mis aprendizajes.
Aprendizajes de la vida que hoy me llenan de dicha. Por fin conozco la
esencia de la Psicología, por fin se cuál es la trascendencia humana. Gracias
a la psicología toco las profundidades de almas que confían en consuelo. Suelto
las letras que abran de tocar las miradas de hermosas madres y padres que se encuentran
en la ardua y deliciosa tarea de formar a sus hijos. Recibo con profunda empatía
las crisis de tiernos adolescentes, crisis que abra que enseñarles como darles cauce por la vida.
Contacto con el mundo virtualmente, para tocar en la lejanía a divinas almas que llegaron a
confiar en mí. Soy consuelo y es una dicha saberme una mujer que conoce la
esencia de compartir y sonreir a la vida.
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