La otra orilla
Hay
gente que siempre está pensando en la otra orilla. Lo distante siempre resulta
bello, lo distante posee un magnetismo por sí mismo porque está sumido en la
niebla. Pero el océano es el mismo. Depende de ti el elegir. No hay nada malo
en que vayas a esa orilla, pero ve teniendo un verdadero motivo. Puedes estar
simplemente tratando de evitar dar el salto desde esta orilla. Entonces,
incluso si el bote te lleva a la otra orilla, en el momento en que llegues a la
otra orilla empezarás a pensar en esta orilla porque entonces ésta será la que
esté lejos. Y muchas veces, en muchas vidas, has hecho esto. Has cambiado de
orilla, pero no has dado el salto.
Te
he visto cruzar el océano desde aquí hasta allí y desde aquel lado hasta este
lado. Este es el problema: esa orilla queda lejos porque tú estás aquí, y
cuando estás allí, ésta orilla queda muy lejos. Y estás tan dormido que te olvidas
por completo, una y otra y otra vez, de que también has estado en esa orilla.
Cuando llegas a la otra orilla, te olvidas de la orilla que has dejado atrás.
Cuando llegas, te olvidas.
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