La meta


Un sabio vive momento a momento, sin planes. Su vida es li­bre como una nube flotando en el cielo, sin meta, sin dirección. No tiene mapa alguno para el futuro, vive sin mapas, se mueve sin mapas; porque lo auténtico no es la meta, es la belleza del mo­verse. Lo auténtico no es el llegar, lo auténtico es el viaje en sí. Recuerda, lo auténtico es el viaje, el mismo viajar. Es tan bello, ¿por qué preocuparse de la meta? Y si estás demasiado obsesio­nado con la meta, te perderás el viaje, y el viaje en sí es vida, la meta sólo puede ser muerte.
El viaje es vida y es un viaje sin fin, te has estado moviendo desde el mismo comienzo, si es que hubo principio. Los que sa­ben dicen que no hubo principio, por eso desde ese "no-princi­pio" has estado en marcha, hasta el "no-fin" estarás en marcha, y si estás orientado hacia la meta, lo perderás. Lo total es el viaje, el camino, el camino eterno, sin comienzo y sin final. En realidad no hay meta; la meta ha sido creada por la mente astuta. ¿Hacia dónde se está moviendo toda la existencia? ¿Hacia dónde? No va a ninguna parte. Simplemente va, y el ir es tan hermoso, por eso es que la existencia no es algo pesado. No hay meta, no hay plan, ni propósito. No es un negocio, es un juego, es lila. El mismo mo­verse es la meta.

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