Auténtico
Las palabras son engañosas. Hablamos
no para revelar, sino para ocultar. Así que calla y observa a la persona. El lenguaje del cuerpo es más verdadero que el de la cabeza. Además es muy, muy
natural; proviene de la fuente misma, por lo que es muy difícil engañar con él.
Puedes estar diciendo: « Estoy bien», pero tus ojos, tú misma actitud, la forma
en que te mantienes en pie, dice que sabes que no es cierto. Puedes decir con
tus palabras que confías, pero todo tu cuerpo tiembla por dentro.
Cuando entra un ladrón, entra de una
forma diferente. Cuando aparece un mentiroso, aparece de una forma diferente.
Cuando camina un hombre sincero, camina diferentemente No tiene nada que
ocultar, no tiene motivo para engañar. Es sincero, su modo de andar es
inocente. Basta con que hagas algo que tienes que ocultar, y entonces: tu cuerpo dirá que todo es diferente. Hasta caminando estarás
ocultando algo. Tu estómago estará tenso, alerta, tus ojos miran a todas partes para ver si alguien te observa o no, si te han descubierto o no. Tus
ojos son astutos, no son remansos de inocencia; se vuelven maliciosos. Observa
tus movimientos corporales, te darán una imagen más auténtica de ti mismo.
Por eso
quienes se empecinan en convencer a otros por medio de palabras, nunca están
callados, siempre hablan. Si nadie está presente, hablan consigo mismos, pero
hablan. Hablan, y hablan, y hablan, por dentro y por fuera, porque hablando su
habilidad aumenta, se vuelven más eficientes. Pero si se topan con el
silencio, de pronto todo su arte desaparece. Son más tontos que un tonto. Hasta
un tonto puede vencerles. Están fuera de su mundo profesional, están
simplemente desconectados.
No puedes engañar con el cuerpo; tu
cuerpo es más sincero que tu mente. Con el cuerpo es imposible explotar; el
cuerpo es auténtico. Siglos de vida inauténtica no han sido capaces de destruir
la autenticidad del cuerpo. El cuerpo sigue siendo auténtico, muestra
claramente quién eres.
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