Dios

Llego su nombre a  mis oídos
durante la tierna infancia.
Aprendí  más de una oración
para invocar su nombre.
Asistí a toda construcción
para mirarle cara a cara.
Mis ojos y mi boca
aprendieron a aclamarle
pedirle, exigirle y hasta rogarle.
Hasta que un día fallecí en él
para renacer cual pureza del
manantial cristalino.
Solo entonces entendí el real peregrinar
para llegar a conocerlo.
Solo entonces se cimbro mi corazón
abriéndole  las puertas del alma
a quien esperaba para mostrarse.
Desde el instante de nacer
me habita, me lleva de la mano.
Hoy lo siento, lo intuyo.
 me dejo guiar por sus designios,
por  el poder de su oración
y el amor que deposita en cada ser.
Sincronizar con su luz
y los latidos que nos marca
segundo a segundo;
es tomarlo de la mano,
es mirarlo cara a cara         
alma a alma
luz a luz
es  él….es DIOS.

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