un cuento chino
He
oído que un emperador chino quiso que le pintaran un cuadro para su habitación.
Había visto en un sueño una cigüeña blanca volando delante de la luna; quería
eso. Buscó al mejor pintor. Encontraron a una mujer que era la pintora más importante,
y el emperador le dijo:
-Hazlo
y te recompensaré, y pidas lo que me pidas te lo daré. Necesito esa pintura. La
he visto en sueños: una cigüeña blanca volando delante de la luna.
-Tendrás
que esperar -dijo la mujer.
Pasó
un año. El rey no dejaba de preguntarle una y otra vez y de nuevo la mujer le
dijo:
-Espera.
Pasaron
dos años y el rey dijo:
-¿Cuánto
tiempo te llevará? Es sólo una pequeña pintura con una luna llena y una cigüeña
pasando por delante. ¿Cuánto tiempo vas a tardar?
-He
estado observando la luna llena pero no ha pasado todavía ninguna cigüeña
-dijo la mujer-. Y no la puedo pintar hasta que pase. No soy un hombre, soy una
mujer, soy realista.
La
mujer dijo: «No soy un hombre, no puedo hacerlo en abstracto. No puedo
simplemente imaginármela, lo tengo que ver. Sólo cuando lo haya visto podré
hacerlo».
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