los rostros del amor....

El amor tiene dos rostros; una cara mira hacia la Tierra; la otra cara mira hacia el cielo.  Es la mayor síntesis concebible: nace de la pasión y se dirige hacia la oración; surge del lodo y se convierte en un loto que mira al sol.
Has de comprender esta palabra: “amor”.  ¿Qué queremos decir con la palabra “amor”?  Algo que todos queremos expresar es que encierra en ella una cierta atracción, una gran energía.  Cuando te enamoras, no haces nada, sino que eres atraído.  El amor posee una fuerza magnética.  Te sientes atraído hacia el objeto de tu amor, gravitas hacia él casi sin remedido, gravitas hacia él casi contra tu voluntad.  Posee un atractivo, un campo magnético: por eso decimos “Has caído enamorado”.  ¿Quién desea “enamorarse”?.  Pero ¿quién puede evitarlo?  Cuando la energía te llama, de repente dejas de ser tu viejo yo.  Algo más grande que tú te atrae, algo mayor que tú te está llamando.  El desafío es tal que simplemente te precipitas hacia ello de cabeza.
Por eso lo primero que has de comprender es que el amor es una gran atracción energética.  Y lo segundo: siempre que te enamoras, de inmediato dejas de ser cotidiano; algo milagroso cambia en tu conciencia.  El amor te transforma.  Enamorado, un hombre violento se vuelve tierno y dulce. Es casi imposible de creer.  El amor es milagroso: transforma el vil metal en oro.  ¿Te has fijado alguna vez en las caras y en los ojos de la gente cuando se enamora?  Casi no puedes creer que sean las mismas personas.  Cuando el amor toma posesión de sus almas, son transfigurados, transportados a otra dimensión…y de inmediato, sin hacer ningún esfuerzo por sí mismos, como si hubieran sido atrapados en la red de Dios.  El amor transforma lo bajo en alto, la Tierra en el cielo; transforma lo humano en divino.
Son dos cosas.  Primero: el amor es un campo energético –los científicos coinciden en ello
Segundo: el amor es una fuerza transformadora que te ayuda a perder tu carga, te proporciona alas con las que puedes alcanzar la trascendencia.  Los pensadores religiosos están de acuerdo en que el amor es ambas cosas: Dios y electricidad.  El amor es la energía divina. No importa que seas o no seas religioso: el amor es la experiencia central de la vida humana.  Es lo más común y lo más extraordinario.  Le sucede a todo el mundo, en mayor o menor grado.  Y siempre que te sucede, te transmuta.  Es común y extraordinario, es el puente entre tú y lo Supremo.
Recuerda las tres “eles”: “vida, amor, luz. (Life, light, love).
La vida te es dada; te encuentras vivo.  La luz está presente, pero has de construir un puente entre vida y luz.  Ése puente es el amor.  Con estas tres “eles” puedes construir una forma de vida total, una forma de ser….una nueva forma de ser.

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